Se trata de una película intermitente, menos caótica de lo que me esperaba, pero bastante filosófica y con regusto a moralina barata final.

Está dividida en 10 capítulos llenos de altibajos que pueden dividirse en tres grandes partes. Nudo, enlace y desenlace, aunque si bien en ocasiones el ambiente caótico que nos propone Medem, dificulta un vínculo de unión entre ambos y se confunde lo que realmente busca y lo que quiere transmitirnos, que resulta borroso. Buenas intenciones pero malos medios, a pesar de la notable fotografía y los paisajes que nos hacen viajar. Los cuadros son de su fallecida hermana Ana.

Para mi gusto, la mejor parte es la del medio. La primera me resultó pretenciosa y llena de topicazos hippies y de progresismo barato. No me gustó nada sobre todo desde su llegada a Madrid en la residencia con su ambiente liberal y utópico. Me convenció, en cambio, los inicios en Ibiza en la cueva con su padre, y cuando volvió a la isla. De repente aparece en un barco de viaje con el padre de Linda buscando no se sabe el qué y vuelves a confundirte. Las sesiones de hipnosis quedan paralizadas por completo. La parte final me parece floja, se produce una mezcla de estados y emociones con un toque antibelicista que dificulta una conclusión final.

En definitiva...este pseudo intelectualismo moderno ni lo trago ni lo entiendo. Capto buenas maneras pero me pierdo en los detalles. El alto número de minutos en pantalla que aparecen las mamellas de la prota en pantalla no podía pasar inadvertidos en mi crítica. La naturalidad y belleza del desnudo femenino vuelve a tocarlo y explotarlo, como en "Lucia y el sexo". Deja de chocarte cuando sospechas que pueda tratarse de un recurso fácil para seducirte y llevarte a un clímax que no coincide con la historia que se cuenta.

Lo que sí es seguro es que esta película no dejará indiferente a nadie, o te encanta o la odias. A mi personalmente no me ha llegado y la interpreto a mi modo. Como todo, varía según el cristal desde el que se mire.