Una de las indiscutibles cumbres en la filmografía de Sam Peckinpah es este western crepuscular que indudablemente influyó a otros directores gustosos de la estética de la violencia en el cine como Oliver Stone, Quentin Tarantino o John Woo.

La osadía narrativa, el seductor retrato moral de sus envejecidos personajes y de la época en la que viven, las interpretaciones de un elenco glorioso, varios diálogos de altura, la acertada utilización del 'slow motion' como realce poético en contraste con la agitada acción (un clásico recurso en el cine de Peckinpah), o la trascendencia otorgada por su autor al componente estético con un soberbio trabajo de montaje y fotografía, son elementos que en su conjunto configuran una obra abrumadora, subyugante.

Aunque por momentos Peckinpah se recrea demasiado en sus propios artificios, estamos ante un trabajo de envergadura, audaz, innovador y totalmente representativo del influyente legado de Sam Peckinpah.