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España España · Santiago
Voto de ffwinter:
8
Drama. Romance Una mañana, en la autopista, de camino al trabajo, Eddie Anderson intenta suicidarse. Al regresar del hospital, se encierra en un mutismo que sólo rompe para intentar que su mujer comprenda las razones de su malestar. Trata de explicarle sus frustraciones e insuficiencias vitales, y cómo su éxito como ejecutivo publicitario y su relación amorosa con su secretaria Gwen sólo han servido para poner de manifiesto la falsedad de su vida. A ... [+]
28 de febrero de 2021
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Esta película de Elia Kazan se presta, como muchas otras del mismo director, a un análisis a diferentes niveles. Es una obra muy personal, claramente autobiográfica, adaptación de una novela del mismo título del propio Elia Kazan.

El nivel autobiográfico es evidente: el protagonista es hijo de un inmigrante griego o armenio, que llega desde Turquía al Paraíso o Eldorado de los Estados Unidos de las primeras décadas del siglo XX. Esta idealización del sueño americano, del “american dream” es fundamental para poder explicar después el desengaño, la pérdida de fe en ese mismo sueño.

El nivel familiar es también fundamental: como en otras obras de Kazan (“Al este del Edén”, “Esplendor en la hierba”, “Un tranvía llamado deseo”) la institución familiar y sus complejas normas, reglas y funcionamiento la convierten en un verdadero infierno, donde el choque entre padres e hijos, hermanos, marido y mujer son el marco en que se desenvuelve la profunda insatisfacción y la angustia de los personajes. No es el enemigo sólo la sociedad exterior: todas las guerras y batallas están ya en el núcleo de la propia institución familiar y de un modo mucho más angustioso, porque se supone que la familia debería ser un refugio afectivo frente a los vientos duros del mundo social. Se supone que dentro de la familia se ama, pero muchas veces se odia, y en este caso se trata de un odio culpable y vergonzoso, más difícil de asumir. La intensa relación de amor-odio del protagonista con su padre es fundamental en la película. Una de las escenas culminantes es aquella en la que el protagonista prende fuego a la casa paterna.

La institución familiar tampoco sale muy bien parada: si al comienzo de la pareja hubo amor, el matrimonio parece acabar con él, siendo su contrario. El protagonista y su mujer (excelente Deborah Kerr) duermen en camas separadas, se duchan en baños distintos, no se hablan, la distancia y la separación son evidentes, la hija vive lejos, estudia en un internado… La vida matrimonial es una variante particularmente refinada y cruel de vivir en soledad. La carencia afectiva la resuelve el protagonista con la amante (extraordinaria y bellísima Faye Dunaway) pero incluso con esta la relación es difícil cuando desde la atracción puramente física y sexual se quiere pasar a algo más profundo o al compromiso a largo plazo. De modo que ni el decepcionante matrimonio ni las falsamente ilusorias aventuras extraconyugales parecen resolver nada, sino que subrayan el fracaso vital del protagonista.

A nivel social y profesional el resultado es también desolador. El protagonista es aparentemente un triunfador, una persona muy reconocida en el mundo de la publicidad, que sin embargo es consciente del engaño asociado a su profesión, porque el producto cuyo anuncio lo catapulta a la fama (un anuncio de tabaco) vende unas propiedades idílicas de una sustancia que provoca muerte y enfermedad.
El dinero, la fama o el reconocimiento profesional y social no llegan a tapar la angustia y el vacío del protagonista que se sabe un falsario y un estafador, y que sólo encuentra como salida el suicidio (el “falso accidente” del comienzo de la película) o la locura (su permanencia temporal en una institución psiquiátrica que le permite el alivio de “salir del mundo”).
Por tanto, hay una demoledora crítica de la sociedad del éxito americana, del “american dream”, y del “american way of life”, aunque realizada no desde una perspectiva social,sino fundamentalmente individual y psicologista. Uno se imagina esta película leyendo después algún texto de Erich Fromm, alguna pieza teatral de Arthur Miller (“Muerte de un viajante”) o de Edward Albee (“Quien teme a Virgina Woolf?”) o cualquier cuento del extraordinario John Cheever.

En el nivel propositivo no hay salida: los personajes que se enfrentan a la inautenticidad, el vacío y el autoengaño de sus vidas o tratan de resignarse a vivir con ello o, en caso de estar demasiado desesperados,solo tienen la opción de la muerte, todas las variantes de la autodestrucción o la locura. Este es el mensaje.

En el apartado estético, esta película parece obsoleta y el tiempo la ha dejado en muy mal lugar precisamente en todos aquellos aspectos más innovadores, arriesgados y de época: las escenas en que la conciencia escindida del protagonista se manifiesta mediante el desdoblamiento en dos del personaje, los efectos gráficos de cómic de estética pop (la representación onomatopéyica de golpes y batacazos), los guiños al hippismo y la contracultura de los años sesenta (los posters de Dylan y Allen Gingsberg, las frases de Martin Luther King en la habitación de la amante…), la construcción de ambientes claramente derivados del espacio teatral (escenas familiares con personajes estáticos…)

La película es excesiva en duración y diálogos, frecuentemente reiterativa, melodramática hasta el extremo, desaforada, con diálogos que incurren en lo pretencioso...pero sin embargo no me cabe duda de que será una pieza importante, un auténtico documento de época cuando se quiera explicar el espíritu de aquellos años en que el sueño americano comenzó a derrumbarse y algunos directores americanos comenzaron a dejar constancia de ello.
ffwinter
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