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Voto de Víctor Taranilla:
4
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Bélico. Aventuras
A finales del siglo XIX, en la colonia española de Filipinas, un destacamento español fue sitiado en el pueblo de Baler, en la isla filipina de Luzón, por insurrectos filipinos revolucionarios, durante 337 días. En diciembre de 1898, con la firma del Tratado de París entre España y Estados Unidos, se ponía fin formalmente a la guerra entre ambos países y España cedía la soberanía sobre Filipinas a Estados Unidos. Debido a esto, los ... [+]
3 de diciembre de 2016
13 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
La nueva versión de este episodio de la Historia española, el sitio de Baler, nos brinda un equilibrio entre la épica y el ridículo de la agónica resistencia de <<los últimos de Filipinas>>.
El sonado fin del Imperio español no fue tan sonado para un grupo de 50 jóvenes soldados enviados a Filipinas. Como un intento de poner remedio a los que serían los últimos coletazos de esa España en la que <<nunca se ponía el Sol>>, estos hombres llegan a Baler. Guiados por el patriotismo del teniente Martín Cerezo, se enfrentarán, atrincherados en una iglesia, a las escaramuzas de los filipinos. Todo por ganar una guerra ya terminada.
Esta historia de supervivencia plantea una confrontación. La del deber y orgullo patrios y la ceguera que éstos pueden provocar. Transmite, además, un mensaje antibelicista y de crítica contra aquellos que reciben la gloria ganada por otros. Olvida, sin embargo, el compañerismo de las trincheras.
El guión deja a un lado al grupo para centrarse en unos pocos, lo que no tiene mucho sentido entre quienes sufren -y comparten- las penurias de una guerra. La fotografía, en especial los planos aéreos, captan de forma magistral los imponentes y hermosos paisajes escenarios de la película. Los miembros más veteranos del reparto demuestran que tienen su fama bien merecida, y los jóvenes, de entre quienes cabe destacar a Álvaro Cervantes, no se quedan atrás.
A pesar de sus leves descuidos, es cine del bueno.
El sonado fin del Imperio español no fue tan sonado para un grupo de 50 jóvenes soldados enviados a Filipinas. Como un intento de poner remedio a los que serían los últimos coletazos de esa España en la que <<nunca se ponía el Sol>>, estos hombres llegan a Baler. Guiados por el patriotismo del teniente Martín Cerezo, se enfrentarán, atrincherados en una iglesia, a las escaramuzas de los filipinos. Todo por ganar una guerra ya terminada.
Esta historia de supervivencia plantea una confrontación. La del deber y orgullo patrios y la ceguera que éstos pueden provocar. Transmite, además, un mensaje antibelicista y de crítica contra aquellos que reciben la gloria ganada por otros. Olvida, sin embargo, el compañerismo de las trincheras.
El guión deja a un lado al grupo para centrarse en unos pocos, lo que no tiene mucho sentido entre quienes sufren -y comparten- las penurias de una guerra. La fotografía, en especial los planos aéreos, captan de forma magistral los imponentes y hermosos paisajes escenarios de la película. Los miembros más veteranos del reparto demuestran que tienen su fama bien merecida, y los jóvenes, de entre quienes cabe destacar a Álvaro Cervantes, no se quedan atrás.
A pesar de sus leves descuidos, es cine del bueno.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Recién vista la película <<1898. Los últimos de Filipinas>>, al sabor agridulce que deja me lleva, tal vez, a ser demasiado crítico con algunos detalles. No me malinterpretéis, es una buena película y la he disfrutado, pero no he podido dejar pasar por alto sus faltas.
Ya en el tráiler se nos mostró un <<momentazo>> de la interpretación de Ricardo Gómez. En él, se encuentra en pleno ataque enemigo y acaba de perder su colgante -el símbolo de la virgen a la que se encomienda para salir vivo de allí-. Superado por la situación, se abraza fuertemente a un compañero y llora desconsoladamente. Resulta frustrante que ese sea el momento de mayor angustia vivido por alguno de ellos durante el asedio -en lo referente a la resistencia española-. ¿Dónde está la impotencia de quien se ve atrapado en medio de un fuego cruzado? Se ha abusado de las miradas perdidas, de los momentos de parálisis sufridos por quien ha sido preparado para una situación, pero que debe enfrentarse a otra muy distinta. No son soldados entrenados que se ven desbordados, son jóvenes a quienes se les ha puesto un rifle en las manos y actuarán -ya sea en su huída o su resistencia- instintivamente. Con miedo. Un ejemplo de ese miedo es la reacción del personaje de Patrick Criado en su primera batalla. El temor a morir -y posiblemente a matar- le impide cumplir con su deber y, desbordado, está a punto de romper a llorar.
Y de nuevo, a una película de este género, hay que achacarle la ausencia de grupo. Me falta la complicidad que surge en las trincheras, me falta conocer el pasado de los personajes -aparte del protagonista-. Me falta. La guerra une a las personas de una forma especial, pero no a éstos.
Ya en el tráiler se nos mostró un <<momentazo>> de la interpretación de Ricardo Gómez. En él, se encuentra en pleno ataque enemigo y acaba de perder su colgante -el símbolo de la virgen a la que se encomienda para salir vivo de allí-. Superado por la situación, se abraza fuertemente a un compañero y llora desconsoladamente. Resulta frustrante que ese sea el momento de mayor angustia vivido por alguno de ellos durante el asedio -en lo referente a la resistencia española-. ¿Dónde está la impotencia de quien se ve atrapado en medio de un fuego cruzado? Se ha abusado de las miradas perdidas, de los momentos de parálisis sufridos por quien ha sido preparado para una situación, pero que debe enfrentarse a otra muy distinta. No son soldados entrenados que se ven desbordados, son jóvenes a quienes se les ha puesto un rifle en las manos y actuarán -ya sea en su huída o su resistencia- instintivamente. Con miedo. Un ejemplo de ese miedo es la reacción del personaje de Patrick Criado en su primera batalla. El temor a morir -y posiblemente a matar- le impide cumplir con su deber y, desbordado, está a punto de romper a llorar.
Y de nuevo, a una película de este género, hay que achacarle la ausencia de grupo. Me falta la complicidad que surge en las trincheras, me falta conocer el pasado de los personajes -aparte del protagonista-. Me falta. La guerra une a las personas de una forma especial, pero no a éstos.