Desde el principio quiero dejar claro que no esperaba que este filme fuera ninguna obra maestra, eso para empezar. Ahora bien, sí me esperaba más de una producción dirigida y coescrita por Guillermo del Toro y con un casting compuesto de actores reconocibles. Lo bueno de la historia es sin duda la lúgubre y tétrica ambientación que se respira, la cual se nota que tiene un notable trabajo detrás. No hay más que fijarse en los decorados para hacerse una idea de lo siniestra que es la situación. Buen trabajo también el de la fotografía con ese tono sombrío y poco luminoso. Aunque lo que más destaca es la sucia, vieja y deprimente mansión de los Sharpe, una casa apartada y por supuesto nada acogedora donde sucede la mayor parte de la trama y la más importante. Cuando parece que la cosa va a ir por el camino del terror sobrenatural, resulta que opta por un thriller descafeinado y falto de emoción. El final parece el de un slasher o al menos esa es la impresión que me ha dado. Los fantasmas sobran, pues no aportan nada importante, de hecho se nota que solo aparecen para dar sustos gratuitos y hacer que se luzcan los encargados de los efectos visuales. De las interpretaciones solo resalto la de Jessica Chastain, las demás son del montón y olvidables.