Si tuviera que describir este filme con una sola palabra, esa sería tronchante. Francamente, no se me ocurre ninguna otra que lo describa mejor. Es una lástima que dure poco porque su visionado resulta tan divertido que en menos de lo que canta un gallo se acaba, y eso es una muy buena señal, pues indica que estás disfrutando de lo que estás viendo. Guy Ritchie es considerado por muchos como el Quentin Tarantino inglés y con mucha razón a mi parecer. Menudo despliegue de estilo nos ofrece aquí mediante una historia coral y unos personajes sumamente locos. El reparto entero está brillante, aunque algunos son los amos de la función por su carisma a la hora de hacer su papel. Hablo por supuesto de Brad Pitt, que destaca en su memorable interpretación de gitano, y Jason Statham, quien realiza aquí la mejor actuación que le he visto hasta la fecha. Aun así, insisto en que todos los personajes están magníficamente encarnados y por lo tanto cada uno destaca a su respectiva manera. Creo que al perro habría que incluirlo por su grado de importancia e implicación. Se ve a varios artistas conocidos, Benicio del Toro (The Hunted), Rade Serbedzija (El santo), Stephen Graham (saga de Piratas del Caribe), Jason Flemyng (Rob Roy) y Ewen Bremner (Wonder Woman). Reconozco que me lo he pasado fenomenal mientras la veía. Sin embargo, la película dista mucho de ser perfecta. Su mayor defecto se halla en su trama central, la cual carece totalmente de sentido y por ende se percibe muy forzada. Aparte de eso hay más cosas achacables, pero no las voy a mencionar porque se trata más bien de detalles que yo le exijo. A veces lo más complicado a la hora de valorar una producción es la nota que decides ponerle. En esta ocasión ese ha sido mi caso, ya que no sabía si debía darle más de un 7. Al final se ha quedado con dicha puntuación, que tampoco está nada mal.