Tercer remake si se puede decir de la cinta de 1956. La historia que nos narra la película es la que ya conocemos de antemano. Un virus alienígena se propaga por todo el mundo causando cambios en la personalidad de la mayoría de la población. Mientras cada vez son más los infectados, Carol, una psiquiatra, deberá protegerse a sí misma y a su hijo de los sucesos que se les vienen. Claramente el guion no destaca por ser innovador, impredecible ni original. Se trata de una peli cuyo argumento es tan obvio que cualquiera sin calentarse el coco podría imaginarlo. Eso lo tenemos que saber antes de ver este film. Pero su mayor virtud se encuentra en la tensión que es capaz de generar en determinadas situaciones. Esa sensación de estar rodeado por Aliens con apariencia humana envuelve cada momento del film de un ambiente de hostilidad y desconfianza bastante elevadas. El ritmo es trepidante porque la verdad es que apenas hay momentos de tranquilidad y la protagonista no para nunca de moverse e ir de un sitio a otro. Nicole Kidman está sensacional en su papel de madre constantemente preocupada por lo que está sucediendo y lo que le puede ocurrir a su hijo. En todo momento vemos a una madre que hace todo lo que puede por mantener a salvo a su hijo. Daniel Craig no brilla mucho y su aportación en el global de la historia es bastante escasa. Insisto en que la película es muy ligera y su visionado se hace corto. No es más que una producción de entretenimiento puro y duro, pero se consigue disfrutar si no esperas mucho de ella. Una buena cinta de ciencia ficción con leves toques de terror.