Un chico gay y su mariliendre, ambos siniestros pero con extraña fijación con la cantante de Fletgood Mac, deciden coger su cochazo bellísimo y atravesar medio EE.UU para ir a una fiesta en Nueva York. Planazo para salir de la vulgaridad del pueblo y excusa para el realizador Todd Stephens para incluir canciones, algunas impresionantes, y reflejar la enorme diferencia entre el mundo gótico, el universitario y el paleto-country. Eso sale bien, lo que sale menos bien es identificar el siniestrismo con la homosexualidad. Ir maquillado no significa ser gay y todos los chicos afterpunk son homosexuales en esta película, lo que no tiene, por supuestísimo, nada de malo, pero no fue ni es verdad. Es un recurso fácil de un director que arriesga con las dos secuencias sexuales de los baños, nada corrientes en el cine norteamericano. Atención a los dos temazos de The Cure.