Nada resulta especialmente atractivo en esta discretísima película de Dan Curtis, especialmente un argumento llenito de acciones 'porque sí', ese tipo de trama en el que los personajes siempre actúan haciendo lo contrario de lo que deberían, como el típico guardia que se acerca al ruido en vez de dar la voz de alarma. Pero el reparto, de puro despendolado, está bien, con Oliver Reed con cara de comer limones a todas horas, Karen Black sonriendo con toda su boca y con su peculiar mirada y un niño muy insoportable. La fotografía con flou tan setentera (a veces parece una peli porno), los zooms y esos cuellos de la camisa que Reed siempre lleva por encima de la chaqueta completan un cuadro digno de dos combinados durante su visión. En cuanto a Betty Davis, pues sí, aparece un poco.