Tiene ritmo, acción y fantasía a raudales, aventura del tipo familiar y algún susto no tan familiar.
En resumen no está mal, aunque no ofrece nada nuevo, salvo que así se considere el dominio de los personajes femeninos. Pero ya ni eso llama la atención, por lo repetido hasta el cansancio en la actualidad.
Si fuera un producto culinario se podría decir que se cocinó esta película con una combinación a partes casi iguales de las recetas de Labyrinth (1986) de Jim Henson y de Adventures in Babysitting (1987) de Chris Columbus. Todo ablandado con toques Monsters, Inc. (2001), y aderezado con rasgos más modernistas, del tipo Stranger Things, además de estilizado a lo Goosebumps (2015).
Y el plato no quedó exquisito, pero es comible.