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Cuba Cuba · Guanabacoa
Voto de Kingo:
5
Comedia A Rainbow Rudolph (Williams), un cómico para niños, lo despiden de su programa de televisión por su creciente alcoholismo y por aceptar sobornos de los padres para incluir a sus hijos en el programa. Lo sustituye Smoochy, un rinoceronte rojo interpretado por Sheldon Mopes (Norton). Rudolph, llevado por el resentimiento, planea la muerte de su aburrido sustituto para recuperar su puesto. Mientras, Smoochy alcanza una gran popularidad entre los niños. (FILMAFFINITY) [+]
2 de agosto de 2007
13 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
El comienzo es muy brillante y prometedor; el argumento es de lo más original, y el guión lo desarrolla con eficacia; y aunque no sea (ni mucho menos) Santo de mi devoción, ésta vez el señor Williams me sorprende muy agradablemente, y sus histrionismos encajan a la perfección con su personaje... Pero dos elementos importantísimos apestan, y consiguen desmerecer por completo el producto final: el protagonista, y el director.

Lo de Edward Norton en esta peli es como para vomitar. Nunca llega a meterse en el papel, y se limita a poner cara de imbécil durante todo el metraje (y lo jodido es que es siempre la misma). Un actor que me encanta en muchísimas otras producciones, pero que aquí sobra completamente. Igual es que lo de la comedia no es lo suyo, vaya usted a saber.

Aunque lo de DeVito es mucho más grave: no sé si la productora le impuso a Norton para el prota, o si es que simplemente no se tragan y no se hablan. Pero un director que realmente se hubiese tomado en serio su función, jamás hubiese dado por buenas muchas de las escenas y secuencias, tan vergonzosas e irritantes, que masacran el buen hacer del guionista y los esfuerzos del resto del elenco. Además, creo que si DeVito ni siquiera llega a interpretar bien su papel, quizás se deba a que se pasó todo el rodaje preguntándose qué estaba haciendo allí, y como sacar la peli adelante.

En fin: que podría haber sido una obra increíblemente divertída, cínica e irónica, pero por culpa de una nefasta dirección y de un actor protagonista que llega a dar tanto asco como pena, se quedó en una buena idea malograda. Eso sí, reconocerle los méritos a Robin Williams, que se lo curra sobremanera devorando al resto del reparto en cuanto sale en pantalla, y que tiene las escenas más graciosas, incluyendo un par de baile de sorprendente factura.
Kingo
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