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Voto de Don Hantonio Manué:
7
Cine negro. Intriga Joe Morse trabaja como abogado para Ben Tucker, un hombre que se ha enriquecido gracias al clandestino e ilegal negocio de las apuestas. Pero para asegurarse el monopolio de esta actividad necesitan dar un golpe que implique la desaparición de todos los pequeñas casas de apuestas. Casualmente, una de ellas la dirige el hermano de Morse. (FILMAFFINITY)
17 de enero de 2024
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Caray, pues esta "Force of evil" es una pieza magistral de género negro, más negro que un café solo bien cargado. Con una trama de corrupción moral y degradación humana en torno a los negocios de apuestas de más que dudosa legalidad y los chanchullos que se mueven alrededor. Un abogado joven, arrogante y muy seguro de sí mismo que se dedica a encubrir la suciedad ajena se propone participar en un golpe maestro contra los establecimientos de la competencia, pero las cosas no son tan sencillas cuando uno de ellos lo regenta su hermano, y peor aún, cuando los gángsters comienzan a entrar en escena.

Si el delito es negocio, el delincuente es el empresario, pero existe una sutil diferencia entre quien al menos es discreto, no hace daño a nadie y protege a sus empleados, aunque se mueva en el filo de lo legal… y quienes pretenden levantar un imperio a costa de aniquilar al rival mediante el juego sucio; el dinero impone su ley, una ley de la selva ante la cual la vida humana no vale absolutamente nada.

Frente al chulo sin escrúpulos, el hombre honrado que por intentar buscarse la vida de forma honrada le ha ido peor; los buenos están para perder, los listos se lo llevan todo ¿en serio? El sentimiento de culpa y la paranoia irán atenazando a nuestro héroe conforme desciende al abismo, pero cuando todo está perdido, cuando el daño está hecho, quizá pueda hacerse aún algo por contener el avance imparable de esa fuerza ciega y maligna.

Despachada en tiempo récord y con un tratamiento tan preciso como humanitario de los personajes, quizá el más flojo de todo ellos sea la femme fatale, anecdótica y como descolgada de la trama; si esta representa el lado oscuro del protagonista, la chica buenecita corresponde a su faceta compasiva, su redención aún no del todo imposible. Durante buena parte de la acción prima el diálogo y es hacia el final cuando la plasticidad visual se adueña del film con un puñado de secuencias de tensión plagadas de sombras, con sus disparos y escaramuzas; por el camino hay unos cuantos planos bastante reveladores, una escalera descendente al principio y otra al final, que indican (físicamente) hacia dónde se dirige (moralmente) el abogado… así como detalles (la presencia de Wall Street, el 4 de julio, el puente de Brooklyn) que aluden a la iconografía estadounidense y concentran el significado de la película, que más allá de la resolución aleccionadora, no es otro que una crítica encubierta de los valores de la nación, como ese número 776 (año de la revolución americana), el número de la libertad, como cifra sin embargo nefasta y prostituida; entiendo que demasiado incómodo esto para la época y significativo del pensamiento izquierdista de un cineasta que fue víctima de la caza de brujas. Por cierto que la policía y las fuerzas del orden aparecen retratadas de una manera nada amigable.
Don Hantonio Manué
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