Me habían vendido "Juegos sucios" como una comedia negra muy ácida, muy entretenida y a ratos muy bestia. Y sí, negra es un rato. Y ácida. Entretenida, también. Y bestia a veces también bastante, sí. Pero comedia...

La idea, que no es demasiado original, toda vez que toma bastante prestado de una película tailandesa un poco anterior (hasta las pintas del protagonista son muy similares) llamada "13 beloved" (y que tuvo hasta remake gringo años más tarde), es explorar hasta qué punto estaría una persona cualquiera, alguien "normal", a rebajarse por dinero. Para darle un poco más de salero, no será un tipo cualquiera, sino dos, un honrado padre de familia en serios problemas económicos y un delincuente de poca monta, que además fueron amigos de la infancia, los que competirán por ver quién cae más bajo por dinero cuando una excéntrica pareja de millonarios les ofrezca someterse a sus "juegos sucios".

Como película de suspense funciona muy bien, porque mantiene a uno pegado a la pantalla pendiente de que nueva y retorcida hijoputada tendrán que soportar los dos desgraciados si quieren echarle mano a la pasta, tiene un ritmo endiablado a pesar de transcurrir casi por completo entre las mismas cuatro paredes, y presenta unas conclusiones bastante demoledoras sobre la sociedad capitalista y los seres que la habitan. O sobre cualquier tipo de sociedad, qué sé yo. Resulta medianamente creíble a pesar de sus exageraciones, en gran parte porque las interpretaciones son bastante dignas y porque se dosifican bien los momentos de violencia y los giros un poco surrealistas de la trama.

Bastante interesante.