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Voto de Caligari sin gabinete:
6
Drama. Terror Un prestigioso científico vive obsesionado con la idea de encontrar una fórmula que le permita aislar los impulsos malignos del ser humano. Cuando lo consigue, decide experimentar consigo mismo y se bebe la poción que ha inventado. A partir de ese momento, se convierte en un monstruo de maldad que deambula por las calles durante la noche cometiendo todo tipo de fechorías. Adaptación de la obra homónima de Robert Louis Stevenson. (FILMAFFINITY) [+]
8 de octubre de 2013
10 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy nos quejamos, con razón, de la poca imaginación de Hollywood, saturado de remakes nostálgicos, adaptaciones de cómics e incluso de videojuegos. Bueno, en realidad no es una cuestión de falta de imaginación, sino la imposición del mercado, que apuesta corto y a lo seguro. En el pasado ocurría menos, eran tiempos distintos, pero he aquí uno de los ejemplos de reciclaje de una fórmula que funciona. Y es que ''El extraño caso del dr. Jekyll y mr. Hyde'' es una pequeña gran historia, de esas que marcan épocas.

Mucho se ha criticado a las versiones cinematográficas su alejamiento de los elevados intereses de R.L. Stevenson, cuya novela era más ''metafísica'' (¿?) que morbosa. Estos críticos deberían pararse a pensar que si todas las adaptaciones del cine han subrayado sin excepción la temática sexual implícita, que apenas encontramos en la casta novela, será por algo. Será que la historia así se crece y pone los pies en la tierra. Que no se me malinterprete: la obra original de Stevenson fue buena, muy buena; una de las mejores historias que parió la sugestiva e hipócrita Inglaterra victoriana. Pero creo que fue su mismo contexto victoriano el que refrenó y suavizó algunos aspectos que podían haberse desarrollado más, sin que la cuestión ética principal se empobreciera con ello. Al fin y al cabo, la fantasía nos permite tratar estas cosas sin ponernos límites; e historias tan geniales como ésta deben ir adaptándose a los tiempos.

En 1920 apareció la primera gran adaptación del cine mudo: ''Dr. Jekyll and Mr. Hyde'', con la recordada actuación de John Barrymore, que siempre tuvo fama de sobre-actuar, pero aquí clava un doble personaje; angelical por un lado y perverso por el otro, ¡sin apenas maquillaje! Actores como estos quedan pocos. La siguiente versión llega una década después, con la homónima de 1931, conocida en España como ''El hombre y el monstruo'', y quizás la mejor versión cinematográfica jamás realizada, de pocas sutilezas estéticas (mr. Hyde luce un marcado maquillaje) y terrorífica para su época. Vamos, que pasó la censura de milagro. Su mayor virtud es el guión, que enfatiza el morbo que ya inició la versión silente. Fredic March realmente nos convence en su diatriba moral.

Y, como si alguien se hubiera tomado a broma la cosa, exactamente diez años después surge una nueva versión, bautizada igual que las dos primeras (''Dr. Jekyll and Mr. Hyde''). Tres versiones con el mismo nombre, que se llevan la distancia respectiva de 10 años entre una y otra. Esto es, cuanto menos, curioso. La versión de 1941, de Victor Fleming, es una buena película en sí misma, pues cuenta con un buen material base que, además, ha sido pulido y puesto a prueba en varias ocasiones anteriores, cosechando éxitos. Esta virtud es también el mayor defecto de la cinta, pues... ¿realmente era necesaria ? La obra de 1931 sí aportó cosas nuevas (no solamente sonido) a la primera versión muda, pero esta tercera versión de 1941 reincide en los aciertos de la segunda versión, sin cambiar nada que sea realmente reseñable.

En esta ocasión, mr. Hyde no depende tanto del maquillaje como del buen arte de ese gran actor que fue Spencer Tracy. Se ha criticado - para mal - la selección del casting. No estoy de acuerdo con que Tracy fuese una mala opción, pues si bien es cierto que su duda moral no aparece tan contrastada como en el caso de Fredic March, creo que esto se debe al guión, no al actor. El comienzo de la historia, destinado a presentar el personaje e introducir la cuestión, es más acertado en la versión de 1931 que en la de 1941. Pero Tracy trabaja de miedo. No olvidemos que años atrás había protagonizado ''Furia'' de Fritz Lang, toda una obra maestra en la que interpreta también dos caras morales de un mismo personaje: el anverso y el reverso de la moneda. Por otro lado, no me convence tanto la elección de Ingrid Bergman para el papel de la mujer perdida. En fin, el resultado final es bueno, pero es imposible valorarlo olvidándonos de las dos películas anteriores.

Lo mejor: Cuando ella conoce de verdad a su prometido. Jeckyll se va y ella llora desconsolada para que él vuelva a su lado. Y volvió, y entonces ella vio su verdadera cara.

Lo peor: Pese a su calidad, es poco meritoria por la repetición cinematográfica, e incluso podemos plantearnos si fue una versión innecesaria. ¿La de 1920, la de 1931 o la de 1941? El dicho popular dice que ''a la tercera va la vencida''. No creo que sea éste el caso, pero al menos ahora podemos escoger y quedarnos con todas ellas.
Caligari sin gabinete
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