Comedia en blue de Woody Allen, con una trama típica plagada de enredos, cómicos gags y las graciosas salidas del genial Woody encarnando a Danny Rose de Broadway. Pero lo original y distintivo es esa veta melancólica que tiene, con temas como la ingratitud y la traición, y, por supuesto, el duro mundo de los exiliados del éxito, en este caso representado por artistas muy menores que se ganan la vida árduamente, y de los que Danny Rose es una suerte de mesías, de esmerado protector, asumiendo de tal manera un destino poco envidiable. Todos tenemos algo de esas gentes que a duras penas sobreviven, que contemplan a los exitosos como estrellas relucientes a años luz de distancia. Esa cara poco amigable de la diosa Fortuna a nadie puede serle desconocida para siempre. Tal vez por eso Broadway Danny Rose no es después de todo una mera comedia, ni tampoco una comedia alegre. Nos recuerda que el éxito es un país privativo, las más de las veces odioso, y por cierto que tarde o temprano envía a sus habitantes al exilio. Pero si tenemos la suerte de dar con un partner y amigo como Danny, entonces la miseria tan temida se vuelve menos insoportable.