Chabrol demuestra una vez más qué es la intelectualidad, es decir, explicar algo complejo de una manera sencilla (y no al contrario, como parece que opinan muchos). Huppert, hecha a la medida del director francés, en su cima como actriz demostrando la cantidad de vértices y aristas que tiene y Chabrol, casi tan inmenso como en "La ceremonia", nos inquieta y perturba con el misterio, ¿Quién mejor que él para adentrarnos en él? Profunda, fácil de seguir, encriptada en el buen sentido y francesa. Por si fuera poco, nos acompaña la música de piano para soñar, o para dejar de hacerlo.