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España España · Madrid
Voto de paki:
10
Drama Una pareja de ancianos viaja a Tokio para visitar a sus hijos, pero ninguno de ellos tiene tiempo para atenderlos, por lo que deciden enviarlos a un balneario. Cuando regresan, la madre pasa una noche en la casa de una nuera, viuda de uno de sus hijos. A diferencia de sus cuñados, Noriko muestra afecto por sus suegros y conforta a la anciana. (FILMAFFINITY)
10 de diciembre de 2009
42 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es que sea otro país o cultura, es que es otro mundo. Nunca he conocido una familia así. Ni personas como el padre y la madre. Esa paciencia, ecuanimidad y conformidad con las cosas, las personas y los acontecimientos me ha fascinado. No es que sean unos ancianos fuera del mundo o de su tiempo que asisten a los cambios de su vida y de la de sus hijos y nietos con resignación y tranquilidad. No. Ellos miran, escuchan y comprenden todo. A veces se sienten decepcionados con sus hijos, ven sus defectos y sus errores, incluso, son victimas de ellos. Pero no se inmiscuyen en nada. No juzgan. No critican. No interceden, ni piden, ni exigen. Pero lo saben todo. Son un libro de sabiduría al alcance del que quiera consultarlos, pero no son jueces, maestros o guías. Solo escuchan y hablan, generalmente para equilibrar la balanza en el mismo centro de las cosas, donde nada es bueno o malo, justo o injusto, blanco o negro, sino un conjunto de decisiones a tomar en la vida con sus pros y contras.

Estoy fascinada por la belleza de esta película. Conmovida y enternecida. Ví la escena de la madre y la nuera con una sonrisa en los labios, pero con un puño en el corazón que no pude soltar hasta que pudo hablar con el padre y llorar y desahogar toda la soledad, el miedo y la angustia que llevaba años reteniendo. Y como ese anciano, que acababa de quedarse solo y desvalido, es capaz de darle la paz, la tranquilidad y el amor que necesitaba. No he visto en el cine abrazo más intenso que el que no se dieron esas dos personas mientras, sin tocarse, se intercambiaron consuelo y comprensión.

Es una película maravillosa llena de imágenes hipnóticas. Me encantaba cómo se movían y se sentaban las mujeres, como caminaban y sonreían; la forma de abanicarse y de saludar, no de cualquier modo con un beso o un abrazo distraído, sino con una reverencia perfecta. Todo armonía, equilibrio y belleza. Todo como en un ballet donde hay un ritmo musical que lo impregna todo de gracia y de simetría.

No, no es que sea otro país o cultura. Ni tampoco otro mundo. Es el espacio atemporal de una película rodada hace 55 años, donde se habla de la familia, de los padres y los hijos, de la vida y de la muerte, de la soledad y del amor... Y donde, después de verla, sientes que no se ha vuelto a decir nada más hermoso. Y te callas y piensas. Y sonríes y haces una agradecida reverencia...
paki
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