Vista en VO con subtítulos en inglés. Quizá esto hace que el personaje del amigo borracho, que habla como recitando a Shakespeare, se aprecie de una mejor manera.

Una de Boggey, pero no una más. El inicio, trepidante, vertiginoso, angustioso… es un preludio de lo atormentada que será la película. Los primeros 40 minutos son sublimes de guión. Luego, frena en seco inexplicablemente, siendo sospechosa de tretas, trampas y dudas. Y al final, aceptamos el final (qué remedio).

La cinta cuenta los vericuetos de un guionista en Hollywood en aquella época, donde se cerraba la etapa de éxito del mudo, y ya se había abierto un nuevo horizonte sonoro, que poco tenía que ver con lo anterior. Fue la muerte en vida de Buster Keaton y otros (como refleja el inicio de la peli). Hollywood se había convertido en un cementerio de elefantes y, para más inri, la guerra fría había dado su pistoletazo de salida, dejando cadáveres vivientes, zombies, en lugares como el Paul´s.

Luego, vemos una radiografía de las relaciones tormentosas de personajes inestables. La inestabilidad no es propia de tipos VIP. La inestabilidad es susceptible de todo ser humano y, uno de los principios básicos de todo educador ha de ser saber resolver ese tipo de circunstancias. Nada justifica dar una paliza al primero que se te cruce con el coche, tratar de controlar a tu pareja o creer que alguien te pertenece.

Esta película, hoy en día, sería censurada, quizá con razón. Lo que es cierto es que no tratando los temas de cara jamás los vamos a solucionar.