La película es una gran inversión. En primer lugar, adaptar el clásico de Jane Austin era tarea ardua, que es conseguida de manera aceptable. Tal vez ese es el gran inconveniente que siempre nos encontramos en las obras adaptadas. El tiempo es demasiado pausado, difícil de conectar un minucioso guión, con una extensísima novela. Y es aquí donde aparece la segunda parte de mi reflexión. La obra se hace muy pesada. Ocurren tres movimientos en todo el metraje, y para ellos nos hace valer de dos horas, cuando es a partir de los últimos treinta minutos cuando suceden las cosas importantes. Esto simplifica mucho la obra. No he leído la novela, desconozco si el efecto es similar, o Austin tuvo brillantez a la hora de crear los personajes. Lo cierto es que aburre.

Hay que destacar que tanto el vestuario como los exteriores son de diez. En mi caso, quiero pedir disculpas a loa que se sientan ofendidos por mi nota, pero si veo una película, quiero que me enganche, que me atrape, que me haga desear que no finalice. Ya sé que es algo muy difícil. Pero este deseo no lo cumplen las apariencias. Hay que invertir más en magia y menos en pomposidad.