"Terminator 2: el día del juicio final" es, por méritos propios, una obra maestra en los géneros de acción y ciencia ficción y, para mí, también del cine en general. El secreto principal es la absoluta devoción de James Cameron por su obra, mostrando al espectador todo lo que no pudo en la grandísima primera parte por falta de presupuesto. Tras el primer Terminator y consagrarse en la cima de Hollywood con "Abyss" y "Aliens" (otra secuela por cierto mínimo a la altura de la primera) la sensación que me transmite Cameron no es de afán recaudatorio como suele ocurrir -véase la tercera parte y las demás que han ido saliendo- sino de pasión por su creación del año 84. Porque esta segunda parte no solo es mejor que su antecesora, también la refuerza. Con unos efectos especiales descomunales (no han envejecido lo más mínimo) completa una saga de películas que debió cerrarse aquí y que en su momento cautivó a todo el mundo, tanto crítica como público.

Los personajes son simplemente espectaculares. Tenemos una evolución enorme de Sarah Connor con respecto a la primera parte, una mujer valiente que lo único que desea es que su hijo siga con vida: John Connor. Personaje más inolvidable aún que el de su madre gracias a un brutal trabajo de Edward Furlong (lástima del infame Connor de la tercera parte) y a un guión bien cincelado en el que se nos muestra a un chaval de enormes pelotas, avispado, inteligente y un tanto delincuente que nos hace creer que puede llegar a ser el líder de la resistencia. Mención especial por supuesto merecen los verdaderos protagonistas de la función: las máquinas del futuro, los Terminator, exterminadores. Fueron, sin duda, otra de las grandes sorpresas del guión. Con la ayuda de un Chuache tan consagrado o más que Cameron en Hollywood, terminan de meter en la historia del cine al modelo 101 de Cyberdyne Sistems. En este caso y, para sorpresa del espectador de la época, el encargado de proteger a John Connor sustituyendo al difunto Kyle Reese, ya que quien le perseguirá incansablemente para eliminarle será el también icono de la cultura popular T-1000. Una máquina más moderna e implacable aún que la del Chuache, interpretada por un Robert Patrick que mete miedo solo con la mirada. Todos estos ligeros pero a la vez grandes cambios de guión en el ajedrez de quien es el bueno, el malo, el valiente, etc. dotan a esta película de una ambigüedad perfecta en la que es lo mismo que en la primera película pero también muy distinto.

La espectacular introducción era la espinita clavada de Cameron con respecto a su Terminator del 84, y se nota, que no es ni más ni menos que la guerra del futuro contra las máquinas. Porque si bien se ven algunas escenas en la citada primera parte son mucho más vagas, logradas pero muy limitadas por el presupuesto. Aquí se nota su liberación en este aspecto, se explaya, con una gran escena sin diálogos chorras -porque no hacen falta- deja al espectador alucinando pepinillos y de ahí ya no baja la película hasta el final. Una de las grandes películas sobre viajes en el tiempo, paradojas incluidas ("spoiler").

Lo mejor: todo, pero en especial los efectos especiales y un guión sólido que no decae en ningún momento.
Lo peor: sus denigrantes secuelas ("Terminator Genesys" a la cabeza).

Nota: 10

P.D.: aunque no suela ocurrir, para nuestra suerte verla doblada es incluso mejor, evidentemente sobre todo por el gran Constantino Romero. Yo prefiero escucharle a él que al Chuache.