Sam Raimi consiguió en el 2002 crear una película de súper héroes entretenida. Seguro que muchos fans del comic se quejaron de la falta de exactitud del personaje o de determinados hechos, pero es de justicia reconocerle a Raimi que hizo una película divertida.

Tobey Maguire hace muy bien de ese Peter Parker marginado, tímido y apaleado por todos sus compañeros. Luego se transforma en un Spider-Man alucinante, al que, visto ahora, se le notan los efectos especiales (no lo digo como crítica, sino como una observación). Kirsten Dunst está impresionante con su melena rojiza (y a veces rubia, por problemas de tiempo en el rodaje) y con unos pulmones perfectos para gritar y pedir auxilio. Por último, Willem Dafoe clava al villano de turno, el Duende Verde, con esa personalidad bipolar y esa mezcla de maldad y locura.