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España España · Madrid
Voto de Moody:
6
Thriller Una mañana lluviosa, seis hombres disfrazados y armados asaltan la sede central de un banco en Valencia. Lo que parecía un robo limpio y fácil pronto se complica, y nada saldrá como estaba planeado. Esto provoca desconfianza y enfrentamiento entre los dos líderes de la banda, “El Uruguayo” y “El Gallego”. Pero ¿qué es exactamente lo que buscan los atracadores? (FILMAFFINITY)
11 de julio de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A estas alturas ya hemos visto muchas películas sobre robos. En cada una de ellas un desarrollo diferente, un final diferente que las hace originales. Así se convierten en una buena película o en una del montón. “Cien años de perdón” tiene lagunas, por supuesto, y seguramente los más avezados verán bastantes fallos de guión, pero lo que no puede negarse es que mantiene la atención del espectador.

No ofrece nada nuevo ni relevante, y es posible que se meta en el jaleo de la acción demasiado pronto. Sin un prólogo para crear atmósfera. De ahí su corta duración. Pero una vez que ha iniciado el baile, va desentrañando una idea con muchos tentáculos en la que las altas esferas políticas se ven envueltas jugando un papel imprescindible. Muchos verán similitudes con algunos casos de corrupción actuales, cada uno podrá elegir con cuál quedarse, pero la película sólo quiere narrar esas intrigas políticas en las que esconder parte del pasado, y utiliza la acción para llevarlo a cabo.

Sin embargo algunos personajes saben a poco, y uno se queda con ganas de que aparezcan más tiempo, que tengan más peso. Algunos como Tosar, Coronado o Álvarez podrían ofrecer más, pero en una película tan coral e hace complicado dar relevancia a todos. El que si la tiene es De la Serna, ladrón principal que sabe dar solvencia a sus apariciones a base de tensión y mala leche.

Tampoco existe una crítica social ante el comportamiento de los políticos, no al menos de forma clara, y “Cien años de perdón” opta por convertirse en un thriller al uso, con su intriga para llevar a cabo el plan. Podría haber aprovechado la ocasión para construir esa crítica al sistema corrupto y diferenciarse de otras películas de atracos, pero ese no era el plan, ni el A ni el B.
Moody
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