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Voto de elcinepormontera:
8
Documental Más de 4.000 mineros en Asturias se declaran en huelga indefinida contra los recortes históricos aprobados por el gobierno. Organizan protestas a diario: cortan carreteras, se encierran a 700 metros de profundidad, andan 500 kilómetros hasta Madrid… Pero ya nada es como antes… Ni siquiera los supervivientes del último movimiento obrero. Cine directo y en lucha. (FILMAFFINITY)
9 de febrero de 2015
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque la película de Marcos M. Merino, retrate un conflicto laboral en un ámbito geográfico muy especifico y determinado, ReMine transciende los regionalismos y las fronteras y se convierte en un documental de valor universal. No hace falta ser minero para sentirse identificado con la desesperación de unos trabajadores sin futuro. No hace falta ser asturiano, ni español, ni europeo, para emocionarse con las lágrimas de unas mujeres que tienen a sus maridos encerrados en un pozo a 500 metros de profundidad. O para identificarse con la preocupación de unos padres y de unos abuelos que ven como su pensión, es el único sustento de una juventud perdida en el desempleo. Desgraciadamente, la realidad que retrata el documentalista asturiano es tan global, que ReMine emociona en Buenos Aires, en San Petersburgo, en México, o en cualquier rincón del mundo donde se proyecte.

Uno de los grandes aciertos del director, es la de renunciar a la convencional voz de narración omnisciente (tan habitual y tan pesada en muchos documentales) y dejar que sea la propia realidad la que vaya componiendo la banda de diálogos. La cámara de Marcos M. Merino se convierte en un testigo silencioso que acompaña las protestas de los mineros. No advertimos intromisión alguna, ni impostura en de las acciones los protagonistas. El ideario argumental es tan claro y está tan definido por los acontecimientos, que la mínima intromisión debilitaría el resultado final del documento. Marcos M. Merino se mueve entre la acción con la prudencia y atención de un experto fotoperiodista. Hay momentos impagables. En uno de ellos, dos mineros jubilados observan como se preparan las barricadas para el corte de carreteras. Uno se de ellos se dirige a la cámara, tuerce el gesto y dice con solemnidad: “Tiene que haber una lucha fuerte y dura… y dura… por narices”. Otro de esos momentos ocurre ya en la marcha a Madrid, durante un descanso. Los mineros reflexionan sobre la contundencia de sus manifestaciones, sobre los cortes de carreteras, sus enfrentamientos con la policía: “los transportistas se ponen en huelga y hacen daño, ni llega comida a los supermercados, ni gasolina a las gasolineras. Se pone los de la sanidad… no hay médicos, no hay nada, y hacen daño… Nos ponemos nosotros en huelga, y si no hacemos esto, a quien le hacemos daño… a nadie”.

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