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Voto de SirenaVarada:
9
Drama. Intriga. Romance Ana (Manuela Vellés) y su mejor amiga Linda (Bebe) comparten el piso que una mecenas de jóvenes talentos tiene en Madrid, y donde también se refugian otros aspirantes a artistas, entre ellos un chico saharaui y un anglosajón. Antes de llegar a la capital, Ana vivía con un padre hippy, en Ibiza, donde trabajaba de camarera. (FILMAFFINITY)
7 de mayo de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acabo de ver Caótica Ana. He de admitir que al comprobar la puntuación de los espectadores en filmaffinity, me negué a verla durante un tiempo, hasta que hoy, más por aburrimiento que por entusiasmo, decidí pasar un rato (bueno o malo). Para mi asombro, no es que me haya gustado, es que me ha encantado. Es una de las pocas películas que ha conseguido ponerme los bellos de punta, además de emocionarme su música, su sensibilidad, su capacidad poética para atrapar al espectador en imágenes que te remueven por dentro.
Podemos catalogarla como una obra abstracta, colmada de ternura, de arte, de espiritualidad, misticismo, expresividad, de secuencias inusitadas que hacen de ella una jodida obra maestra, bajo mi punto de vista.
"Caótica Ana" nos habla de la vida, del amor, del dolor, de la marginación, de los sueños, de los anhelos, de lo que se va, de lo que se queda, de aquellas puertas que se abren y nos descubren lo que nos reconcome en nuestro interior, de las desgarradoras vidas que pasamos, de las que nos dieron fuerza para seguir...
Ana y su querido monstruo de las cavernas (su padre) enfermo de cáncer, con un único deseo; bailar con su hija cómo cuando era pequeña, nos sumergen en una de las secuencias más conmovedoras de la película. Ambos se mueven abrazados al son de "Agárrate fuerte a mí María (Anita)" de Enrique Urquijo, interpretada por un ya desvalido y desgastado Antonio Vega, nos hace caer en una deliciosa tristeza que nos embelesa.
O el baile que nos regalan las manos de Ana, rodeada de otras manos, desconocidas, diferentes, hurañas, recelosas de que nadie las acaricie, evocándonos directamente a la soledad.
Esa escena un tanto escatológica (con la que la crítica se mofó) que nos cuenta que Ana se cansó de cohabitar con la violencia y la injusticia.
Sí, toda Ana es un caos, pero un caos sugestivo y embriagador.
SirenaVarada
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