"La dama de hierro" se anunciaba como un biopic al desuso, donde no se contaba una historia lineal, ni una biografía audiovisual de este personaje, siniestro para muchos liberador para otros.
Pero la película se queda en un quiero y no puedo. Meryl Streep hace una antológica caracterización de un personaje al que la directora no juzga (los personajes históricos se juzgan a sí mismos por sus actos) sino que nos muestra en su más despojada presencia donde aparecen sus actos más autoritarios y los más sencillos, ya en su senectud.
La película es una especie de biografía sin fuerza, ni garra narrativa donde solo la importancia del propio personaje le da una enjundia que no tiene por su valor cinematográfico.
Aparte del valor histórico de la Thatcher, la historia solo muestra retazos de lo que podría haber sido una historia cargada de tintes políticos e históricos frente a un deseo de la directora de mostrar una parte personal del personaje que no tiene ningún interés salvo el que ya no la conoce nadie, ni siquiera los que compran el periódico junto a ella en una de esas tiendas que siempre reinvindicó en su vida y que ahora está regentada por un paquistaní al que evita y del que renegaba en su día. Un personaje que ha hecho tanto daño al funcionamiento del mundo y del que sólo quedan retazos de su labor política.