Desmontando a Harry de Woody Allen, es una comedia basada en un escritor, que aprovecha sus vivencias personales con familia, pareja y amigos, para escribir sus propias obras. Dirigida con un ritmo trepidante y desenfrenado, y al estilo personal y subjetivo del director, es más ácida e hilarante que el resto de sus films, siendo admirable y portentosa como pocas. Realizada de manera inteligentemente cómica y perspicaz, tiene un resultado excepcional y divertido por los comentarios jocosos de la inacabable verborrea de Allen.
La fotografía, es lumínica y sugerente, con imágenes espléndidas y cualificadas al ser decorativas y estéticamente bellas. La música es clásica, como bien le gusta al director, usando sonidos rítmicos que son agradables por sus gratas melodías, dando confort al film con majestuosidad. Y los planos y movimientos de cámara, tiene originales cortes que llaman la atención de modo inesperado, manejando con gran destreza el avanti y retroceso, generales, reconocimiento y planos voyeur que son rápidos, dando dinamismo al film.
Las actuaciones, son clamorosas y carismáticas en un humor astuto y propio del director pero llevado al extremo, como si de un desahogo propio se tratase. Con Woody Allen inconcebible y en estado de gracia dentro de su habitual y genuino papel, y notables acompañamientos de un interminable elenco de caras conocidas como Elisabeth Shue, Robin Williams, Demi Moore, Judy Davis, Kirstie Alley, Amy Irving, Billy Cristal y Tobey Maguire entre muchos otros. Empleando para ellos, unos vestuarios elegantes y naturales pero sin excesos, algo más informales y con menos glamour que el resto de sus films.
El guion, escrito por el mismo director, es ácido e hilarante de principio a fin, con toques provocadores y retorcidos que son algo picantes y desde luego desternillantes. Argumentado con atractivo y dividido en historias de su propia vida pero basada en personajes que el mismo protagonista inventa, siendo en conclusión pernicioso y jocoso en una mezcla arrolladora. Con unos diálogos ingeniosos y espontáneos, que gustan por la excentricidad y sutileza de Allen, con su habitual sarcasmo y mordacidad pero llevada al límite, siendo el principal atractivo del film. Y destacando por último, un montaje creativo y abstracto que es original y distinto enlazando relatos con la vida real, y unos efectos visuales originales y competentes.
En conclusión, la considero una obra indeleble e insustituible, además de las más ácidas e hilarantes del director, ya que es entretenida y divertida, provocadora y perspicaz en una trama disparatadamente inteligente. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, música, montaje y diálogos que hacen de Desmontando a Harry, un film inesperadamente mordaz y chispeante, para cualquier público buscador de un humor basado puramente en diálogos inteligentes y malévolos.