Malas calles de Martin Scorsese, es un drama callejero que retrata los bajos fondos de Nueva York. Dirigida con un ritmo alterno, entre rápido y pausado, realiza una obra propia y subjetiva de la visión de Scorsese, y tiene un resultado impetuoso e idóneo que gusta ver.
El guion, es interesante y absorbente, por ser acertado en su agresividad penetrante, argumentada de modo sustancioso para el público, por su violencia expresa. Utilizando una narrativa en off del personaje de Keitel, con voz afable, natural y sugestiva. Y destaca sobre todo, unos movimientos y planos de cámara de seguimiento, detalle, cámara en mano, travellings, y primeros planos que dan gran realismo al film, muy inteligentes y astutos.
Las actuaciones, son verosímiles y espontáneas. Con un carismático y brillante Robert De Niro, y un Harvey Keitel con personalidad y carácter fascinador, muy convincente en su trabajo. Usando para sus personajes diálogos ingeniosos y ocurrentes, típicos de los bajos fondos de una ciudad, que son el auténtico fuerte del film junto con las actuaciones.
La fotografía, es alusiva a la marginalidad y la cara b de una gran ciudad como Nueva York, estimulante e impactante en definición. Y la música, es llamativa y sugerente a la época, con sonidos alentadores y arrolladores. Destacando también los vestuarios y caracterizaciones, y el detalle de presentar los personajes al principio con subtítulos de sus nombres.
En conclusión, un film portentoso y entretenido por su violencia implacable, recomendable para los que busquen las típicas obras de Scorsese. Y desde luego, aunque no está al nivel de otras obras suyas, deja claro su eminente calidad cinematográfica con su estilo ya marcado en la cinta, y con unos detalles que solo pueden ser, el trabajo de un gran cineasta.