La película pretende ser una denuncia del sistema económico y de gobierno norteamericano y occidental, a la vez que un entretenido espectáculo romántico-policiaco. Pero la trama es tan poco creíble de principio a fin que es difícil disfrutarla y tomársela en serio como película de intriga policiaca; y tampoco en broma, porque como comedia tiene poca gracia, aunque sí mucho azúcar y buen rollito.
Y como denuncia del sistema tampoco vale, porque usa una trama de parvulario con asuntos que podemos leer tratados con más enjundia todos los días en muchos períodicos, y pone en boca de los distintos personajes, a menudo sin venir mucho a cuento, unos discursitos que me recuerdan los desbarres de mi engolado compañero de café.
Una pena porque las críticas al sistema merecen algo más sutil y sustancioso.

De la película he sacado, no obstante, las siguientes profundas conclusiones:
Primera: Con una prostituta de lujo puedes llegar en diez segundos a unas cotas de placer sexual que no puedes conseguir con una cajera de banco en diez meses (¡quien lo diría!).
Segunda: Las prostitutas de lujo tienden a enamorarse de los buenos chicos entregados, si estos tienen mucho dinero.
Tercera: De la denuncia al sistema al amor al mismo, hay solo un paso si llueve el dinero.
Cuarta: Si uso en mi beneficio el sistema denunciado, pero soy un buen chico muy leído y de carácter solidario, y reparto unas limosnas a los amiguetes sin techo, caigo bien y no peco.