La visita en China a una abuela con cáncer terminal, de los hijos y nietos emigrados a Japón y Usa, poniendo como disculpa la celebración de la boda de un nieto, y el dilema de si informar o no a la interesada del cáncer que padece, es el motivo argumental sobre el que se estructura toda la película.
Durante casi dos horas vemos a esa familia, desahogada economicamente, intentando disimular su tristeza, debatiendo sobre el citado dilema, en una ciudad china media en crecimiento según patrones bastante similares a los occidentales, en un barrio vulgar, mostrando algunas costumbres exóticas (menos de las que se podía esperar), con salpicaduras interesantes aquí y allá, y mostrando también, sobre todo en los emotivos minutos finales, el desarraigo del emigrante. PERO todo eso no es suficiente para llenar la película, que a mí se me hizo reiterativa, fría, algo tópica y un poco aburrida.
SIN EMBARGO, a la persona que me acompañaba, la película le gustó mucho, le pareció sensible, conmovedora, realista y humana, y con el acierto de mostrarnos sin disimulos una China actual real, con sus tradiciones y sus vulgaridades.
Como la crítica la hago yo, le pongo un cuatro, con dudas de haberme perdido algo.