Nueva cinta firmada por Steven Spielberg basada en hechos reales. Nueva historia verídica contada por este extraordinario narrador de la historia pasada basada en la guerra fría que paralizó el mundo durante buena parte de la segunda mitad del siglo XX por el pánico a un ataque nuclear de ambas potencias, EEUU y URSS en la que nos jugábamos el mundo tal y como era conocido, donde uno y otro país buscaba información introduciendo espías en su territorio buscando información estratégica para una supuesta guerra nuclear, y donde a los espías, prácticamente en todo el mundo, cuando eran atrapados, o trabajaban para sus captores como dobles agentes o eran condenados a muerte.

Película definida en dos partes, el juicio que al espía ruso interpretado magistralmente por Mark Rylance (nominado al oscar como mejor actor de reparto) donde su abogado defensor (interpretado por el actor fetiche de Spielberg, Tom Hanks) le ofrece la mejor defensa posible aunque la condena se daba por segura a la pena de muerte. Hanks aboga en su favor pensando en los espías que pueden ser capturados en territorio soviético y logra que sea condenado a treinta años, con la esperanza oculta de poder intercambiarlo por un espía americano.

Y ahí está la segunda parte, las negociaciones para poder intercambiar espías que el gobierno americano también le encomienda al mismo Letrado y las vicisitudes para conseguirlo.

Ritmo lento pero seguro el que impone Spielberg para narrarnos en profundidad la historia, sin sobresaltos, sin despeinarse que dirían los más jóvenes, sin sorpresas, pero indagando en la psicología de los personajes lo suficiente para que ambos, espía soviético y abogado, al menos, te caigan simpáticos.

Buena película que cuenta un pedazo de historia del siglo XX, con una interpretación fantástica de un desconocido para mí Mark Rylance. Entrañable el soviético y su antinatural tranquilidad y parsimonia.

Notable, 8.