Esta es una de esas películas de la que, por los buenos recuerdos que me trae (de la época dorada de los video-clubes, allá por los 80, en que la ví a saber cuantas veces con mis compis del cole mientras devoraba chocolatinas y Coca-cola), soy incapaz de hablar mal. Y de todas formas no es una película que tenga que ofender a nadie porque es ante todo una de boxeo, un subgénero que ha dado magníficas obras, claro que al servicio de Stallone (entonces en plena forma y bastante divo) y mezclado con la Guerra Fría tan de moda entonces (era la 4ª de la serie y había que incluir algo nuevo y no olvidemos que Stallone siempre ha sido muy nacionalista).
De la película hay poco que hablar hasta la media hora final que incluye la (para mí, en mi humilde opinión) la mejor pelea de boxeo que se ha rodado, un verdadero duelo de colosos (Dolph Lungdren, esa mole que deja canijo incluso a Hulk, fue en principio rechazado por ser demasiado alto pero Stallone le incluyó pues así la lucha sería más espectacular y su victoria más impresionante, lo dicho, un divo) amenizado por una magnífica música ochentera y con un final antológico, aún sabiendo que es una pelea de película te dan ganas de ponerte a votar y gritar con el público, engancha, hay que reconocer que Stallone tenía cierta maña para dirigir aunque fuera para retratarse a sí mismo. Incluso hace creíble que el público de la URSS se vuelque con Rocky cuando le ve aguantando esa somanta de palos a cargo de su "campeón".
Un clásico a reivindicar (es también la película sobre deportes más taquillera de la historia), al menos un clásico de los videoclubes, de los maravillosos años 80.