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Voto de ʜᴏᴅᴇxɪɪᴀᴍᴠ:
8
7.8
15,613
Drama
Invierno de 1943. Durante la ocupación alemana de Francia, en un internado católico para chicos, Julián, un muchacho de trece años, queda impresionado por la personalidad de Bonnet, un nuevo compañero que ingresa en el colegio después de iniciado el curso. (FILMAFFINITY)
11 de mayo de 2023
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Adiós, muchachos puede parecer una película más sobre la Segunda Guerra Mundial, misma narrativa, mismo mensaje, misma representación de los hechos, mismo producto. Pero no, no es una película más, es una película con un carácter y una personalidad totalmente propia basada en el sentimentalismo, las emociones, muy crítica con lo sucedido y, sobre todo, con una enseñanza en su interior para no olvidar.
La historia nos traslada a un invierno del 1943. Julien Quentin (un joven católico de 13 años, gamberro y de famlia bastante acomodada) por obra de sus padres, emprende junto a sus hermanos, camino hacia un internado en Fontainebleau, Francia. En plena invasión alemana Julien intenta adaptarse a esta nueva vida haciendo migas con el resto de compañeros. Un día un joven llamado Jean Bonnet llega a este mismo internado pero, para su mala fortuna, su adaptación será muy diferente a la de Julien. Jean es un hijo de padres judíos, padres a los que lleva 3 meses sin ver y, este mismo, se encuentra en el internado oculto de los alemanes falsificando su identidad.
En un principio Jean y Julien tienen una mala relación, pero con el tiempo, la relación florecerá hasta ser mejores amigos dentro de un internado sombrío y tenebroso. Jean tiene un sueño y es dedicarse al sacerdotismo, mientras que Julien, es un maravilloso contable (titulado) ya que su padre ejercía la profesión.
Comenzaré hablando del por qué esta película es diferente, de autor. En primer lugar, por la capacidad de autoreflexión y la carga sentimental transmitida de manera directa al espectador. Es inevitable pensar en la vida de aquella época y observar el cambio, como también es inevitable pararse a recordar nuestra etapa de niñez con cierta nostalgia. Es un viaje frondoso por el que surcaremos llegando a varios páramos, desde la inocencia a la felicidad, desde la esperanza hasta el amor, y de manera desgraciada, desde la tristeza hasta la pérdida. Cada escena está impregnada de un sentido de autenticidad y realismo que nos meterá de lleno en la pantalla, bien sea por la música a piano, por el desarrollo del vínculo de amistad, por los momentos esperanzadores o por los momentos en los que logramos olvidarnos de la situación histórica en la que se encontraban. (Poner especial atención a la oda que Louis Malle le dedica a Charles Chapplin donde todos consiguen olvidarse de sus problemas y mediante unas simples risas consigue transmitir lo imposible)
En segundo lugar, por la magnífica dirección de Louis Malle. La habilidad que posee para capturar esa atmósfera plagada de caos, ira y confrontaciones, la tensión totalmente palpable entre bandos, la maldad del ser humano, la inocencia de aquellos seres puros. Aborda cuestiones totalmente profundas y reflexivas, como la culpa, la responsabilidad personal, en general todos los sentimientos negativos. Y esto, hace que como en la vida real, los protagonistas y los seres humanos evolucionen ya que nuestras propias acciones y decisiones tienen un impacto directo sobre aquellos que nos rodean. Y bueno, ni que hablar de los maravillosos planos que nos deja totalmente expresivos, o de la maravillosa fotografía o el trabajo que constituyen a los mismos o la manera de transmitir las inquietudes de los personajes a través de zooms a lo vieja escuela.
En tercer lugar, el guión. Está genuinamente bien construido, dos protagonistas con una personalidad y contexto totalmente opuesto, acercados a una realidad histórica nada superficial, con personajes secundarios que tienen implicación directa sobre nuestros protagonistas y los acontecimientos narrativos (el sacerdote, el cocinero o la profesora de piano) y con una exploración totalmente amplia sobre diversos temas de trascendencia como son la amistad, la simpleza de lo real, la lealtad, la disciplina guerrillera, las dificultad de las decisiones en aquella época y la importancia de las mismas. La amistad que tienen ambos protagonistas pasan por todas las etapas posibles, llega a ser amenazante y de peligro real pero siempre el valor del ser humano bondadoso se interpone para cambiarlo.
En resumen, "Adiós, muchachos" es una obra apasionante acerca del ser humano con un contexto dañino como la Segunda Guerra mundial que merece ser apreciada. A pesar de que la película pueda resultar algo lenta por la velocidad en la que avanza la relación de nuestros protagonistas, su poderosa historia, su magnífica dirección y sus actuaciones excepcionales se combinan para crear una experiencia cinematográfica inolvidable. Y lo más importante, esta película logrará no solo gestionar tus emociones, sino también te dejará un mensaje y una lección de vida: el espíritu humano siempre deberá estar por encima de todo.
Adiós, muchachos.
La historia nos traslada a un invierno del 1943. Julien Quentin (un joven católico de 13 años, gamberro y de famlia bastante acomodada) por obra de sus padres, emprende junto a sus hermanos, camino hacia un internado en Fontainebleau, Francia. En plena invasión alemana Julien intenta adaptarse a esta nueva vida haciendo migas con el resto de compañeros. Un día un joven llamado Jean Bonnet llega a este mismo internado pero, para su mala fortuna, su adaptación será muy diferente a la de Julien. Jean es un hijo de padres judíos, padres a los que lleva 3 meses sin ver y, este mismo, se encuentra en el internado oculto de los alemanes falsificando su identidad.
En un principio Jean y Julien tienen una mala relación, pero con el tiempo, la relación florecerá hasta ser mejores amigos dentro de un internado sombrío y tenebroso. Jean tiene un sueño y es dedicarse al sacerdotismo, mientras que Julien, es un maravilloso contable (titulado) ya que su padre ejercía la profesión.
Comenzaré hablando del por qué esta película es diferente, de autor. En primer lugar, por la capacidad de autoreflexión y la carga sentimental transmitida de manera directa al espectador. Es inevitable pensar en la vida de aquella época y observar el cambio, como también es inevitable pararse a recordar nuestra etapa de niñez con cierta nostalgia. Es un viaje frondoso por el que surcaremos llegando a varios páramos, desde la inocencia a la felicidad, desde la esperanza hasta el amor, y de manera desgraciada, desde la tristeza hasta la pérdida. Cada escena está impregnada de un sentido de autenticidad y realismo que nos meterá de lleno en la pantalla, bien sea por la música a piano, por el desarrollo del vínculo de amistad, por los momentos esperanzadores o por los momentos en los que logramos olvidarnos de la situación histórica en la que se encontraban. (Poner especial atención a la oda que Louis Malle le dedica a Charles Chapplin donde todos consiguen olvidarse de sus problemas y mediante unas simples risas consigue transmitir lo imposible)
En segundo lugar, por la magnífica dirección de Louis Malle. La habilidad que posee para capturar esa atmósfera plagada de caos, ira y confrontaciones, la tensión totalmente palpable entre bandos, la maldad del ser humano, la inocencia de aquellos seres puros. Aborda cuestiones totalmente profundas y reflexivas, como la culpa, la responsabilidad personal, en general todos los sentimientos negativos. Y esto, hace que como en la vida real, los protagonistas y los seres humanos evolucionen ya que nuestras propias acciones y decisiones tienen un impacto directo sobre aquellos que nos rodean. Y bueno, ni que hablar de los maravillosos planos que nos deja totalmente expresivos, o de la maravillosa fotografía o el trabajo que constituyen a los mismos o la manera de transmitir las inquietudes de los personajes a través de zooms a lo vieja escuela.
En tercer lugar, el guión. Está genuinamente bien construido, dos protagonistas con una personalidad y contexto totalmente opuesto, acercados a una realidad histórica nada superficial, con personajes secundarios que tienen implicación directa sobre nuestros protagonistas y los acontecimientos narrativos (el sacerdote, el cocinero o la profesora de piano) y con una exploración totalmente amplia sobre diversos temas de trascendencia como son la amistad, la simpleza de lo real, la lealtad, la disciplina guerrillera, las dificultad de las decisiones en aquella época y la importancia de las mismas. La amistad que tienen ambos protagonistas pasan por todas las etapas posibles, llega a ser amenazante y de peligro real pero siempre el valor del ser humano bondadoso se interpone para cambiarlo.
En resumen, "Adiós, muchachos" es una obra apasionante acerca del ser humano con un contexto dañino como la Segunda Guerra mundial que merece ser apreciada. A pesar de que la película pueda resultar algo lenta por la velocidad en la que avanza la relación de nuestros protagonistas, su poderosa historia, su magnífica dirección y sus actuaciones excepcionales se combinan para crear una experiencia cinematográfica inolvidable. Y lo más importante, esta película logrará no solo gestionar tus emociones, sino también te dejará un mensaje y una lección de vida: el espíritu humano siempre deberá estar por encima de todo.
Adiós, muchachos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Aquí hablaré sobre momentos concretos del film ya que hablar sobre cómo está producida no creo que sea de interés por nadie. Momentos a destacar:
1. Momento de las duchas: Ya no solo es ver la situación precaria en la que se encontraban todos los niños, es ver a nuestro protagonista totalmente consumido por la situación pasando por una etapa de autoreflexión por lo que estaba viendo y lo que había descubierto acerca de su compañero. Ese momento exacto en el que le sumerge en la bañera es un momento clave ya que marca la evolución de nuestro protagonista, a raíz de ahí pasa a ser otra persona completamente distinta, y ese momento sirve hasta de transición para la propia película.
2. Momento bar comunión: La carga emocional que transmite esa simple escena en la que un judío debe abandonar el bar por el simple hecho de serlo y como la gente se opone a esta injusticia. Nadie era capaz de hablar, pero cuando el hermano de Julien se queja, todos los seres humanos de valor puro se unen para criminalizar esta injusticia y conseguir salvar la vida de aquel anciano. Transmite esperanza.
3. Momento Charles Chapplin: Puede que para algunos sea una simple oda hacia este icónico director, para mi es más que eso. La carga nostálgica y de felicidad que hay en esa misma secuencia es apoteósica. Todo el mundo, tanto como profesores como niños pasan a un estado de felicidad plena, se olvidan de todo lo que está sucediendo a sus alrededores, Chapplin logra su cometido cinematográfico en la vida. Y claro, ya no es solo eso, es la reflexión propia que hago (gracias a Louis Malle) trasladandome a esa época en la que los niños ya no solo cambiaban su estado de ánimo por Charles, también era un profesor más con el que los niños aprendían.
4. Momento final de la película: Arte. Increíble. Tras pasar por una etapa difícil a nivel sentimental y argumental por el descubrimiento de varios de los judíos que se refugiaban en el internado, por el engaño de una de las monjas hacia uno de sus camaradas, por el destape de François como personaje villano al final y héroe en un principio, el sacerdote, nuestro querido Jean y más judíos son mandados a Auschwitz con billete de ida pero sin vuelta. Esa pequeña despedida del sacerdote que con 2 pequeñas palabras transmite lo indescriptible, Jean manteniendo la mirada fija sobre su amigo sabiendo que no le iba a ver nunca más, y por último, la narración de Julien recordando ese momento de su niñez con el que tendrá que convivir toda la vida.
1. Momento de las duchas: Ya no solo es ver la situación precaria en la que se encontraban todos los niños, es ver a nuestro protagonista totalmente consumido por la situación pasando por una etapa de autoreflexión por lo que estaba viendo y lo que había descubierto acerca de su compañero. Ese momento exacto en el que le sumerge en la bañera es un momento clave ya que marca la evolución de nuestro protagonista, a raíz de ahí pasa a ser otra persona completamente distinta, y ese momento sirve hasta de transición para la propia película.
2. Momento bar comunión: La carga emocional que transmite esa simple escena en la que un judío debe abandonar el bar por el simple hecho de serlo y como la gente se opone a esta injusticia. Nadie era capaz de hablar, pero cuando el hermano de Julien se queja, todos los seres humanos de valor puro se unen para criminalizar esta injusticia y conseguir salvar la vida de aquel anciano. Transmite esperanza.
3. Momento Charles Chapplin: Puede que para algunos sea una simple oda hacia este icónico director, para mi es más que eso. La carga nostálgica y de felicidad que hay en esa misma secuencia es apoteósica. Todo el mundo, tanto como profesores como niños pasan a un estado de felicidad plena, se olvidan de todo lo que está sucediendo a sus alrededores, Chapplin logra su cometido cinematográfico en la vida. Y claro, ya no es solo eso, es la reflexión propia que hago (gracias a Louis Malle) trasladandome a esa época en la que los niños ya no solo cambiaban su estado de ánimo por Charles, también era un profesor más con el que los niños aprendían.
4. Momento final de la película: Arte. Increíble. Tras pasar por una etapa difícil a nivel sentimental y argumental por el descubrimiento de varios de los judíos que se refugiaban en el internado, por el engaño de una de las monjas hacia uno de sus camaradas, por el destape de François como personaje villano al final y héroe en un principio, el sacerdote, nuestro querido Jean y más judíos son mandados a Auschwitz con billete de ida pero sin vuelta. Esa pequeña despedida del sacerdote que con 2 pequeñas palabras transmite lo indescriptible, Jean manteniendo la mirada fija sobre su amigo sabiendo que no le iba a ver nunca más, y por último, la narración de Julien recordando ese momento de su niñez con el que tendrá que convivir toda la vida.