Maravillosa serie de televisión, diferente al resto de series del pasado, en el inspector Colombo sabemos quién es el asesino culpable, por qué lo ha hecho, por qué se está mintiendo constantemente con ideas pruebas sensatas aparentemente incontestables.

De pronto llega el teniente Colombo mal vestido, cutre, hablando de su esposa de la que habla como si fuera una maruja de barrio y llegaba pidiendo ayuda al propio asesino normalmente inteligente y culto siempre para descubrir al propio asesino porque estaba muy perdido.

Y estaba todo el humor una y otra vez. En un capítulo reconoció que sabía quien era el asesino, y es que si te pedía ayuda, posiblemente para que acusaras implícitamente a otro es que ya sabía que el culpable eras tú y solo intentaba sonsacarte tu lógica y las pruebas.

Te empezaba a interrogar con un ¿y cómo actuaría el culpable? y se le veía tan indefenso y perdido que hasta creaba simpatía en quien se sentía agobiado ante tanta pregunta incluso en su propio puesto de trabajo o practicando sus aficiones desde el golf o saliendo de copas con una amiga.

Sus dudas técnicas, sus insistencias, contando al culpable sus anécdotas cotidianas para despistar como que su mujer le preparó una comida horrible aquel día, y la demostración de las pruebas del asesinato del culpable con pruebas muchas veces cogidas por los pelos (me extrañaría que con semejantes indicios un Tribunal condenara a nadie) acababa otro capítulo más lleno de humor o de personajes arquetípicos que por mucho que fueran variaciones unos de otros nunca te cansaban de la sonrisa de buen humor que te dejaban.