Kate Winslett hace un papel extraordinario de madre de una niña y amargada en la rutina diaria con un marido inmerso en su trabajo y cuya única salida al mismo no era más ayá que desquitarse el estrés entrando en páginas web de contenido pornográfico y masturbarse contemplándolo.
Patrick Wilson está casado con Jennifer Connelly y mientras ella trabaja él cuida del hijo en común. Patrick hace de treinteañero en paro que aun le queda una asignatura para terminar derecho y que no hace otra cosa que llevar al niño al colegio, jugar partidos de fútbol americano nocturnos con el equipo del cuerpo de policía y quedarse atónito cómo unos chicos patinan a la salida de la biblioteca donde se prepara para ese examen.
Kate y Patrick se encuentran y su vida cobra sentido de nuevo. Surge una atracción más que nada por huir de su día a día.
Aparte de la historia de estas dos parejas se sitúa una paralela en su mismo barrio con Jackie Earle Haley como protagonista en el rol de un pedóf¡lo y pervertido con un problema psicológico, nominado al oscar por esta interpretación, lo borda. El sentimiento que transmite traspasa la pantalla. La actriz que hace de su madre defensora y la única persona que lo apoya también hace un gran trabajo.
Noach Emmerich es un expolicía con un turbio pasado, se obsesiona con machacar al pervertido hasta superar los límites de ser él, el cáncer de la historia. Noach como en Windtalkers hace de engreído y arrogante matón.
Los niños hacen un gran papel demostrando que son más adultos que sus propios padres en algunos momentos.