“La mayor confrontación es la que un individuo tiene consigo mismo” (A. Farhadi)

La habilidad dramática del director iraní Asghar Farhadi, tantas veces demostrada en sus mejores películas, especialmente “El viajante” (2016) -una indiscutible obra maestra- brilla aquí por su ausencia, como si el director se sintiese desubicado y perdido en Paris –¿realmente hacía falta irse hasta Paris para rodar una película de interiores?- en esta historia de separaciones y pérdidas, sobre la decepción y el peso de la vida y sobre cómo hay que volver a iniciar esta constantemente y con la misma ilusión. Qué duda cabe que Farhadi nos regala –marca de la casa- un prodigioso trabajo de actores pero lamentablemente al servicio de una película en la que echamos de menos su innnata capacidad maestra para insuflar suspense a los más banales actos de la vida cotidiana. Fallida para un director de su indudable nivel.