El director norteamericano George Seaton no suele aparecer en las listas de los grandes maestros del cine ni cuenta con el apoyo de la crítica mas perniciosamente codificadora. No seré yo quien lleve la contraria a tan lapidario juicio pero, al menos, me gustaría abrir un pequeña grieta en el muro de las ideas cinematográficas recibidas y recordar que cuenta con un buen puñado de notables películas - a bote pronto se me ocurre "36 horas" (1965)- e incluso alguna obra que otra maestra como "The Country Girl" (1954) con un inconmensurable Bing Crosby en uno de los mejores papeles de su vida y una Grace Kelly que ganó todos los premios posibles de ese año. No tan lejos como esta última pero sí a un buen nivel llega esta muy entretenida historia de espionaje durante la segunda guerra mundial, rodada con los códigos del cine de espías pero de guerra fría, lo que le otorga una extrañeza muy atractiva. Prácticamente todo la película recae sobre los hombros de William Holden que con serena y pétrea prestancia un poco ajada por los abusos del alcohol nos lleva entre el interés, la emoción y el asombro a su toma de conciencia desde la indiferencia egoísta al compromiso contra la injusticia en un viaje constante entre la Alemania nazi y la neutral Suecia. Lili Palmer acompaña al descreído héroe y Hugh Griffith -el inolvidable jeque Ilderin de "Ben Hur" (1959) sienta cátedra con su mera presencia. A pesar de su larga duración, no pierde interés en ningún momento. Muy disfrutable.