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Voto de Archilupo:
8
Romance. Comedia. Fantástico Estados Unidos, Gran Depresión. Mientras Cecilia trabaja como camarera en Nueva Jersey, su marido se dedica a hacer el vago. Su única distracción es el cine, al que va una y otra vez para evadirse de la dura realidad y soñar con un mundo de champagne, trajes de noche y fiestas elegantes. Una noche, el protagonista de su película favorita, "La rosa púrpura de El Cairo", se fija en ella y atraviesa la pantalla para conocerla. (FILMAFFINITY) [+]
26 de mayo de 2008
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cecilia se conoce la vida y milagros de esos astros hollywoodienses, magnéticos y brillantes, que en sus interpretaciones “se salen” de la pantalla.
Mientras come palomitas absorta en su butaca, “se mete” por completo en la película.
Normalmente, es una manera figurada de hablar, pero vale de forma literal para este film, en el que una gran idea permite estructurar el acostumbrado festival de gags de Woody Allen.

Alonso Quijano, desenfrenado lector de libros de caballerías, traspasó el límite entre realidad y ficción y, convertido en don Quijote, salió a recorrer un mundo transfigurado por su delirante pasión.
Algo parecido le ocurre a Cecilia con las refinadas y glamurosas películas de la RKO durante la Depresión: para huir de una vida insoportable se refugia en la sala de cine siempre que puede. Devora una y otra vez las películas: se las sabe de memoria. Las protagonizan cultos arqueólogos aventureros —el sombrero siempre puesto— y aristócratas vividores que prueban el champagne en nightclubs de medio mundo.

La disolución de la frontera entre ficción y realidad convierte la pantalla en una puerta giratoria que permite el libre tránsito de personajes y espectadores.
La fusión de ambos planos se trata como un fenómeno natural, lleno de situaciones asombrosas, desarrolladas con un derrame de ingenio.

Lo original del planteamiento no es el previsible paso desde la realidad al otro lado, sino el de los personajes ficticios al lado de acá.

A la hora de manejarse por este lado de acá, la preparación de esos personajes estereotipados tiene bastantes lagunas, relativas a la legalidad de los billetes, el contenido de las copas, el manejo de los coches; a su ampulosa retórica de trotamundos, la inexistencia del sexo, los fundidos en negro que en su mundo suelen poner fin a los besos…, mil desajustes que se traducen en secuencias de incisivo “metacine cómico”.
(Y en una destacable escena de burdel.)

Realizada con imaginación e inteligencia antes de los efectos digitales, esta encantadora fantasía que canta cinematográficamente al cine consolida la maduración creadora de Allen.

(8,5)
Archilupo
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