Una maestra judía, residente en Israel, recuerda sus vivencias en Holanda durante la Segunda Guerra Mundial.

Verhoeven, ya exiliado de Hollywood, regresó con una película sobre la guerra alejada de lugares comunes, que denuncia los crímenes de los colaboracionistas, los cómplices del horror, y de todos aquellos que, aprovechando la coyuntura del conflicto, se acercaron a un bando y a otro sin otro fin que el de sacar tajada, rendidos al vil metal. Es durante el último tercio del film, ya finalizado el conflicto, cuando "El libro negro" muestra sus cartas, aportando una visión bastante negativa del ser humano.

El director holandés se aleja del dramatismo, del realismo crudo, puesto que con él somos siempre conscientes de encontrarnos frente a una ficción, magníficamente rodada, eso sí, poblada de aires de clasicismo, donde se suceden los hechos, los asesinatos y las traiciones, los tiros y las revelaciones, a un ritmo frenético, sin dar respiro. Protagonizada por una inmensa Carice van Houten (Melisandre en Juego de Tronos), rodeada de excelentes secundarios, la obra posee un guion perfecto, valiente, donde todas las piezas encajan.

No sólo entretiene, sino que además es inteligente, y se aprecia mejor en el segundo visionado. El desenlace está lleno de mala baba.