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Voto de Rompetechos:
1
Drama. Comedia. Romance Cuando abandonan a Jane en el altar, sufre un colapso y entra en espiral en un mundo caótico, donde el amor (tanto real como imaginario) y las relaciones familiares chocan con consecuencias conmovedoras y humorísticas.
5 de febrero de 2021
9 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la presentación de “Belleza eterna”, se nos avisa, entre otras cosas, de que es una película inclasificable. Algo que, en realidad, no deja de ser un contrasentido, ya que, al decir eso ya la estás clasificando dentro del género de inclasificables.

Paradojas aparte, es totalmente cierto, una vez visionada la película, que B.E. es inclasificable. Entre otras cosas, porque no hay por dónde cogerla, ni qué demonios intenta contarnos su director, que también es autor del guion, y por lo tanto responsable absoluto de este engendro del que uno se arrepiente haber visto. B.E. no tiene ni pies ni cabeza. Pero, sobre todo, cabeza, al igual que la protagonista, una mujer abandonada al pie del altar (no pretendo ser cruel, pero, después de ver cómo reacciona la susodicha, casi comprendo que el novio la dejase), y que se comporta de una forma tan absurda, que termina cayendo (¡durante 90 minutos!) en la más absoluta ridiculez. Algo que, por cierto, es extensible a todos los demás personajes.

Nada es creíble en esta película. Ni siquiera se podría encontrar un sicoanalista o siquiatra que pudiera dar fe de que por su consulta ha pasado un paciente como el vemos en pantalla. Dicho esto, y sin pretender de nuevo ser cruel, uno termina llegando a la conclusión de que el verdadero loco es el guionista y director de B.E., por llevar a la pantalla una historia que constantemente cae en el ridículo, hasta el punto de que, sin pretenderlo en absoluto (o tal vez sí, y estemos ante una película de humor y no lo sepamos), consigue que el espectador se ría en momentos en los que no debería haber lugar para ello.

Craig Roberts, es, según Wikipedia, un actor con un extenso curriculum como tal. Y es también, por segunda vez (y esperemos que ultima), el responsable de B. E., una película que sí debería clasificarse dentro del género de “películas que nunca debieron rodarse”; y también, si existiera de verdad la justicia, prohibir de paso a C. R. ejercer como guionista y director. Zapatero a tus zapatos, por favor.
Rompetechos
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