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4.5
172
Comedia
Tras la celebración de su boda, la joven Fernanda (Concha Velasco) y su marido el farmacéutico Cosme Martínez (Rafale Alonso) llegan a un lujoso hotel para su noche de bodas. Allí, reciben los regalos de última hora y atónitos abren un paquete que contiene una fabulosa pulsera de brillantes acompañada de una nota para Fernanda agradeciéndole sus noches inolvidables. Este equívoco provoca que Cosme se sienta celoso y Fernanda ofendida, y ... [+]
30 de abril de 2025
30 de abril de 2025
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Lo único que destaca aquí es el pedazo de reparto que reúne. Una jovencísima Concha Velasco, aún empezando a hacerse un hueco entre los grandes, ya como protagonista absoluta, iniciando su ascenso imparable en el cine español.
A su lado, Rafael Alonso, aún en su etapa de galán serio —antes de convertirse en ese actor cómico que más recordamos—, e Isabel Garcés, haciendo lo que mejor sabía: señora despistada de buen corazón, como ya había hecho junto a Marisol, y que la acompañaría durante años.
Tony Leblanc aparece en un papel más secundario de lo habitual, y Gracita Morales, cómo no, como sirvienta, ese personaje que la persiguió durante toda su carrera. A eso se le suma la presencia algo desconcertante de Luis Aguilar, actor y cantante mexicano al que le doblaron la voz para que “pasara” por español... aunque ni el doblaje podía tapar su esencia ranchera.
También vemos a María Luisa Merlo, Mari Carmen Prendes, José Orjas... un elenco de lujo. Pero ni por esas.
La película es una comedia de enredos típica, pero sin chispa. Ni los enredos enredan, ni las situaciones hacen gracia. Es el ejemplo perfecto de cómo una buena nómina de actores no garantiza una buena película. Todo huele a fórmula repetida sin alma, con escenas que parecen sacadas de otras películas mejores.
No es de extrañar que no sea de las comedias recordadas del cine español. Puede que en su día funcionara bien en taquilla —porque este tipo de producto funcionaba—, pero ha envejecido mal. Muy mal. Hoy, salvo por ver a todos estos actores reunidos en sus años mozos, poco más ofrece.
A su lado, Rafael Alonso, aún en su etapa de galán serio —antes de convertirse en ese actor cómico que más recordamos—, e Isabel Garcés, haciendo lo que mejor sabía: señora despistada de buen corazón, como ya había hecho junto a Marisol, y que la acompañaría durante años.
Tony Leblanc aparece en un papel más secundario de lo habitual, y Gracita Morales, cómo no, como sirvienta, ese personaje que la persiguió durante toda su carrera. A eso se le suma la presencia algo desconcertante de Luis Aguilar, actor y cantante mexicano al que le doblaron la voz para que “pasara” por español... aunque ni el doblaje podía tapar su esencia ranchera.
También vemos a María Luisa Merlo, Mari Carmen Prendes, José Orjas... un elenco de lujo. Pero ni por esas.
La película es una comedia de enredos típica, pero sin chispa. Ni los enredos enredan, ni las situaciones hacen gracia. Es el ejemplo perfecto de cómo una buena nómina de actores no garantiza una buena película. Todo huele a fórmula repetida sin alma, con escenas que parecen sacadas de otras películas mejores.
No es de extrañar que no sea de las comedias recordadas del cine español. Puede que en su día funcionara bien en taquilla —porque este tipo de producto funcionaba—, pero ha envejecido mal. Muy mal. Hoy, salvo por ver a todos estos actores reunidos en sus años mozos, poco más ofrece.