No ha envejecido demasiado bien. Hace 30 años este tipo de películas causaban una gran impresión, hoy ya no es así. Eso no quita que haya que reconocerle cierto mérito.
Casi todo el tiempo transcurre en un espacio reducido, en una oficina de una compañia dedicada a vender terrenos. Buena ambientación, sin complicarse la vida pero lujosa.
La dirección está muy centrada en los protagonistas, de una forma rígida; hasta el punto de olvidarse del ritmo y caer en momentos bastante aburridos. Realmente estamos asistiendo a un dramón planteado como una obra de teatro. Una modalidad de película que necesita algo más de lo que nos ofrece ésta; más creatividad, más suspense, más intriga, más inteligencia dramática.
La exagerada historia trata de un grupo de vendedores, de perdedores, que tienen que vender a todas costa los terrenos "basura" que pone en sus manos la empresa, engañando a la gente de buena fe. Ventas a vida o muerte, porque sobre ellos se cierne el fatal despido.
Con respecto a los protagonistas, un elenco de auténtico, lujo, detacaría a Jack Lemmon, que sobresale con un papelón soberbio. Un prodigio de emoción y de expresividad.
El resto me parecen exagerados hasta la saciedad; en papeles y diálogos muy aturrullados, especialmente Al Pacino.