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España España · Granada
Voto de Kikivall:
6
Drama Un grupo de jóvenes comparte un mismo interés: la idiotez. Con una casa de campo como base, pasan su tiempo libre juntos explorando los ocultos y poco apreciados valores de la idiotez. El grupo se dedica a enfrentarse a la sociedad con sus idioteces. Karen, una mujer solitaria y reservada, se une al grupo después de participar involuntariamente en una de sus actuaciones. (FILMAFFINITY)
27 de enero de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llevaba yo un día caminando durante horas por las larguísimas calles de Buenos Aires cuando, cansado, reparé en este título sugerente: “Los idiotas”, que se estrenaba en un cine de la capital austral. Y ahí me fui a sentarme, a distenderme y visionar el film.

Mi sorpresa fue mayúscula. Unos jóvenes comparten su afición por la idiotez de tal manera que en una casa campestre pasan el tiempo, juntos y profundizando y ejercitando manifestaciones y comportamientos propiamente estúpidos. Su filosofía es esa e incluso encaran el mundo social con ese tipo de actuaciones imbéciles.

Fueron transcurridos unos días cuando me informé que un movimiento cinematográfico de nombre Dogma, con una reglamentación obra de los directores Lars Von Trier y Thomas Vinterberg, se proponían a rodar películas sin música, decorados u otros artificios y cámara en mano.

Realmente el producto puede parecer lo que cada cual opine, pero nadie va a negar que la película que vi era rupturista e incluso provocadora. Yo salí con la boca abierta y quise entender que el director Lars von Trier pretendía buscar ciertas certezas de la forma más peregrina imaginable, o sea, a través de la idiotez. Era algo que nunca se me había pasado por la cabeza y a fe que consiguió descolocarme bastante. Algo muy diferente a otros abordajes o temas en el cine e incluso en la vida. Uno puede profundizar en la locura, en la mística o en el mundo de los tóxicos, pero meterse de hoz y coz en el cretinismo más absoluto, no diré que me pareció algo tonto (el chiste es fácil), sino un ‘sinsentido’ total.

Lo más lúcido que pude extraer del film es que quizá Lars hubiera querido evidenciar ese espíritu idiota que en alguna medida nos habita a todos y de ahí en más, extender la crítica a nuestra (estúpida) sociedad de consumo. Pero es un decir.

A la salida, emboqué la calle Corrientes y la recorrí de cabo a rabo en estado de cuasi shock.
Kikivall
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