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España España · Granada
Voto de Kikivall:
9
Drama. Intriga En la Nueva Orleans de 1937, una rica viuda, la señora Venable, ofrece al doctor Cukrowicz los fondos para crear un hospital a condición de que practique una lobotomía a su sobrina Catherine. La señora Venable se encuentra perturbada por la reciente muerte en Europa de su hijo Sebastian, con quien solía viajar todos los veranos, salvo el último, en el que Sebastian prefirió llevar como acompañante a su prima Catherine. (FILMAFFINITY)
23 de abril de 2013
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Anoche tenía varias opciones de cine en TV. E instintivamente, de las tres o cuatro que empezaban a las diez me quedé con esta joya, que nunca me arrepentiré de haber visto.

Mankiewicz es un maestro en todo y particularmente en la dirección de actores y nada tengo que añadir a lo que todo buen aficionado sabe sobre este gran Director. Sí, y además, las sensacionales interpretaciones de Elizabeth Taylor, Montgomery Clift y Katherine Hepburn que están para el crimen.

En la trama, tras la muerte de Sebastian, el protagonista ausente de la obra, su madre y su prima bordean la locura. Tanto la paranoica madre (Hepburn) como la angustiada prima (Taylor) están obsesionadas/enamoradas de él. La madre de Sebastian (la Hepburn) está magnífica; es una mujer con humor y simpatía, empero delirante que pretende que el doctor neurocirujano de la peli, nada menos que Montgomery Clift, lobotomice a Liz Taylor, su sobrina. Los únicos aparentemente sanos, la madre de Catherine (Mercedes McCambridge) y su hermano (Gary Raymond) son retratados con una gran dureza. La película es de alto voltaje dramático y teatral. En realidad son sobresalientes todos cuantos intervienen en la obra, con guión del propio Tennessee Williams y Gore Vidal, sobre obra homónima del primero.

El final es genial, pues emergen las casusas y manera en que murió Sebastian, un tema delicado, el de la homosexualidad, que Mankiewicz toca con el tacto propio de la época . En esta película no hay efectos especiales, ni destrozos de coches, ni sangre a borbotones, sino una genial dirección sobre un genial guión, intérpretes de lujo, fotografía en blanco y negro de primer orden, no hay escenas truculentas pero sí mucha inteligencia, parodia, desenvoltura, erotismo y todo eso que hoy, al parecer, no se lleva. Ese era el cine de la época, y por eso la elegí por encima y muy por encima de otras producciones más aparentemente llamativas y modernas. Y no me arrepentí en absoluto.
Kikivall
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