Algo que no se puede negar a esta película es su voluntad de estilo, que se nota en la planificación, en la atención a los detalles, en el retrato de algunos de los personajes.
Pero todo eso se viene un poco abajo porque el guión está estirado a base de lentitud por lo que se excede y mucho en el metraje, llegando a cansar. Debería haber acudido Rodrigo Moreno más a la elipsis. Por ejemplo, cuado Morán explica dónde guardar el dinero: hubiera bastado decir “haz lo que te digo” y después la escena.
La trama en sí es bastante sencilla y para contarla no hacía falta engordarla con derivaciones que no vienen muy a cuento.
Tal como está parece una miniserie en la que se han unido los tres episodios.
Una cosa que me ha llamado la atención es lo cutre que parece todo: no solo la cárcel, sino también el banco y las casas particulares. Parece que estuviéramos en los años setenta.