La película narra los extraños sucesos acaecidos en un pueblo, donde los habitantes, la vacas, los perros y los geranios, sufren un desmayo general sin parangón, tan sólo comparable a los que provoca Justin Bieber al mesarse el flequillo. Sospechosamente, tras el multitudinario síncope, las mujeres del pueblo presentan un curioso síntoma en común. Y es que ya se sabe que el vahído suele ser indicio de engendrez.

Lo que engendran estas paisanas son unos niñitos de precoz inteligencia, extraña pelambre a lo muñeca de famosa, y unos ojos que son dos luceros.
Los chiquillos no se integran muy bien. Ya se sabe, el típico problema de inadaptación de los seres diferentes… como le pasó a Frankenstein, Michael Jackson o Pocholo. Tampoco es que lo intenten mucho, las cosas como son.

Maldito Carpenter. Nunca me decidía a ver esta película por su culpa, que hay que ver que remake más peleón hizo el buen hombre. Pero resulta que el original está muy bien, y aunque se cuente la misma historia, parece otra completamente distinta. A veces lo importante no es tanto lo que se dice, sino como se dice.

Una grata muestra de lo que fue la serie B en sus buenos tiempos. Más vale maña que presupuesto.