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España España · Barcelona
Voto de Rubacava7:
6
El impostor
2012 Reino Unido
Documental
7.1
7,586
Documental En junio de 1994, Nicholas Barclay, un niño tejano de 13 años, desapareció sin dejar rastro. Tres años después, se reciben noticias sorprendentes sobre el caso: el chico ha sido hallado en España y afirma que ha sido torturado por sus secuestradores. Tras la inicial alegría de la familia al recuperarlo, se plantea un problema inexplicable: ¿cómo es posible que el hijo rubio de los Barclay sea ahora moreno?
14 de mayo de 2013
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante propuesta la que nos brinda Bart Layton en su primer largometraje, este extraño documental en ocasiones falso, en ocasiones verdadero, pero en cualquier caso, poliédrico y fascinante.
Durante la mayoría del metraje he tenido la impresión de que lo que se me estaba contando era poco veraz, cuando no tramposo hasta el extremo. Ya en los primeros minutos dos cintas me han venido a la mente: la perturbadora “Capturing the Friedmans” (film al que sin duda Bart Layton ha dedicado más de un visionado) y la más reciente y alegre (en comparación, entendedme) “Searching for Sugar Man”. Bien, lo mismo que me molestó de esta última me ha perjudicado en esta, y es lo siguiente: la excesiva reiteración de los temas y situaciones, y un abuso de testimonios que cuentan algo que ya se ha explicado con antelación sin añadir nada al respecto, intentando hacer la bola de nieve más grande de lo que realmente es o puede aspirar a ser.
Eso es lo que he pensado sentado en mi butaca, ya a mitad de camino, con el director llevándome de la mano como si yo mismo fuera un niño de once años a punto de desvanecerse de no ser por su inestimable ayuda. Pero resulta que la fácil metáfora de la bola de nieve es clave para entender la película y la concepción de la misma como documental, ya que durante el último tercio de metraje la bola no solo no inicia su presumible deshielo sino que, tras una serie de insinuaciones nada veladas, adquiere una magnitud prácticamente inasumible que rápidamente devora a todo lo que se le pone por delante, espectador y película, sin distinción de clase. Tras ese momento revelatorio ya nada sigue igual, y aunque el film continua diez o quince minutos más, tienes la certeza de que lo mejor (y lo peor) ya ha pasado; has visto el guante del director, pero aun y así no has podido evitar el golpe que te ha noqueado. Para los dubitativos como yo, solo decir que en ese clímax la realidad supera a completamente a la ficción y empuja al espectador a una difícil encrucijada, pues a ambos lados se vislumbra un precipicio desnudo y yermo. La porción de verdad destapada es potentisima y engulle al propio Frédéric Bourdin, protagonista indiscutible del relato hasta ese momento, para dar un giro propio del mejor (y más retorcido) Simenon. Descubierta esa vía, ya es indiferente para que lado tire el director, pues ha hecho lo más importante: llevarnos hasta allí. La decisión es nuestra. Gracias, Bart.
Rubacava7
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