Yo pensaba que iba a tratarse de un drama, o de una propuesta perturbadora, inquietante que logre introducir la sensación del miedo y la alarma en el espectador, crear trastorno. El caso es que si se hubiera tirado por ese terreno, seguramente la película estaría mejor considerada, pues las comedias de esos tiempos no suelen estar bien vistas entre el público contemporáneo, al convertirse en más exigente al haber presenciado tantas referencias que rezuman seriedad y eso que podemos entender 'buen gusto', concepto de amplias miras, pero que bajo ningún concepto abarcan las comedias nacionales de los setenta. No es mi caso. Hace poco, en el contenedor de cine español en el que se están emitiendo todas estas películas desconocidas de los años setenta, rodadas en este país, dieron 'La Semana del Asesino', un thriller que narra la historia de un tipo que entra en una irrevocable espiral asesina, al ir matando a todos aquel que cree que supone un peligro para su secreto, perdiendo el juicio por momentos ante la presión y la consternación que lo achacan y ya jamás le permitirán volver a alcanzar el bienestar psíquico. El problema de aquella película, es exactamente el mismo que el de esta, al tratarse de unos largometrajes que incurren en constantes exageraciones sin límite alguno, por parte de sus personajes protagonista. Es como si todos los focos se centraran únicamente en dar voz al protagonista, que está hablando, y el resto de figurantes fueran una grada integrante más de la platea, inexpresivos y sin capacidad de reacción, cuando en la realidad jamás se daría algo parecido. Y por otro lado, la credibilidad termina de tocar fondo a la bárbara exageración expresiva por parte de los personajes, resulta imposible de situar las escenas en un argumento coherente, y la narración avanza de manera brusca, entrecortando secuencias haciendo que todo parezca demasiado antinatural.