Mientras veía esta película se me venía a la mente aquel episodio de 'La Que Se Avecina', en el que Antonio y Enrique intentaban vender las joyas por valor de 40.000€ que le habían robado a la suegra del primero. Enseguida vieron que la cosa no era ni mucho menos la tarea fácil que más de uno podría imaginarse. Y eso que probaron todas las alternativas imaginables, desde extenderlas en plena calle como manteros al grito de chascarrillos a pleno pulmón (ante la indignación de los manteros habituales, que vendían CDs; pues claramente no podían competir con semejante género), hasta tratar de fundirlas hasta hacerlas lingote (con el adecuado recipiente ya preparado para darles la forma) poniéndolas en un perolo sobre la vitrocerámica (con el agua y el cucharón de madera correspondientes para acelerar el proceso).

Pues casi es lo que tendrían que haber hecho aquí los protagonistas porque como thriller, 'Cuestión de suerte' es rematadamente mala. Su aspecto de película barata y las consiguientes deficiencias en materia de actuaciones-diálogo-guión terminan de sepultar una intriga que si bien es típica puede funcionar como una fórmula efectiva para entretener, que en eso consiste la cosa.

Lo peor no es ya que sea tan previsible sino lo mal que está representada la farsa. Habitualmente si esa representación es buena, aunque sea el mismo engaño (SPOILER) que el que quiere hacer esta película me lo suelo creer).