Magnífica realización, excelente interpretación, bella fotografía y guión de estructura exquisita tras los que se esconde una filosofía racista definida a la perfección por Wolfe en el término "RADICAL CHIC".

Para resumir, la película recrea la historia real de un tetrapléjico multimillonario francés blanco que contrata a un joven negro de origen senegalés de una barriada de París para ser su ayudante personal; sólo que en la realidad el joven no es negro, es árabe. Pero qué se le va a hacer, lo negro está de moda pero lo árabe no vende (a no ser que la película trate sobre terrorismo, claro).

Tristes tópicos típicos se repiten una y otra vez para el disfrute del público revolucionario de mansión, la élite hippie-chic de la industria cinematográfica y la prensa, que no necesita adjetivos. En definitiva, si nunca sabes si decir negro, de color o morenito, esta cinta te emocionará por su ternura. Para el resto, las lágrimas corren por el descaro con que se ensalzan los valores del dinero y el sufrimiento que acarrea esta sociedad enferma.