Tras su visionado solo puedo destacar, por encima de todo, dos cosas: La primera es que Martin Scorsese está en una forma brutal detrás de las cámaras. El director neoyorquino de 71 primaveras, que se dice pronto, esta por encima de cualquier miembro de su generación, aquella de Copola, DePalma, Spielberg y compañía eligiendo con una precisión de cirujano cada proyecto sin estancarse y reinventándose sin perder su estilo. Y segundo que Leonardo DiCaprio merece un Oscar ya, si o si. El actor ha conseguido quitarse el San Benito de actor juvenil, guapete y poco más, para volverse un actor solido a base de papeles contundentes y muy complejos, como demostró en "Django Desencadenado" (2012).

Y es que "El lobo de Wall Street" es una cinta difícilmente clasificable porque aunque estemos ante una comedia involuntaria debido a los excesos de sus protagonistas, en realidad nos encontramos ante una película jodida y dura, llena de mentiras donde el dinero lo es todo vendiéndote una envidia efímera hacia su protagonista.

Scorsese demuestra cuidar cada plano, cada secuencia, cada escena mimando sus famosos travellings y sobre todo, a Scorsese no le hace falta incluir música instrumental para enfatizar el dramatismo, se sirve, una vez más y como es habitual en su filmografía, de una potente banda sonora con una selección de temas que encajan a la perfección con la película como si de un reloj suizo se tratase.

Definitivamente, y ha falta de revisionar "Casino" (1995), me atrevería a decir que "El lobo de Walt Street" es la mejor película del maestro Marin desde "Uno de los nuestros" (1991).